Hace un año y medio, precisamente el sábado 31 de agosto de 2019, el piloto quiteño Juan Manuel Correa sentía la más pura emoción de competir en el circuito de Spa-Francorchamps del Gran Premio de Bélgica de Fórmula 2, considerando cada vuelta de llanta, cada curva de la pista, cada gota de adrenalina que encendía su espíritu un paso esencial en una ruta mucho más larga que lo llevaría a cumplir su gran sueño: convertirse —en un futuro cercano— en piloto de Fórmula 1.