Una obra reciente es Crítica literaria y sociedad en el Ecuador (1930-2000), de la académica ecuatoriana Martha Rodríguez Albán, publicada por la Universidad Andina Simón Bolívar y la Corporación Editora Nacional. Se trata de una investigación de 406 páginas en la que se realiza crítica de la crítica literaria que se ha desarrollado en el país, en el campo de la narrativa, en el siglo XX. Aunque podría parecer un libro destinado solo a  estudiosos de la literatura, no es así. La autora entrega un trabajo documentado y diáfano que permite al lector común conocer el recorrido que ha tenido esta disciplina en el Ecuador y cómo ha ido ganando especificidad científica, en diálogo con herramientas teóricas.

Libro de la investigadora, escritora y catedrática, Martha Rodríguez Albán.


Rodríguez, doctora en Literatura Latinoamericana, magíster en Sociología, docente universitaria, narradora y autora de obras de ficción (Nada más el futuro, cuentos) e investigativas (Narradores ecuatorianos de 1950: poéticas para la lectura de modernidades periféricas, ensayo), hace notar en su nuevo libro que la crítica literaria -como la literatura- está influida por el devenir social y que, en ese sentido, es un campo de disputas. Ubica, por ejemplo, la década del 30 con las tensiones de las dos matrices representadas por los intelectuales de derecha y de izquierda. Es una época en que “se da la transición de un campo con predominio aristócrata, a otro que incluía actores de sectores medios”, explica.

Otro momento que estudia es el de las décadas 60 y 70, cuando en la crítica, anota Rodríguez, hay “una búsqueda de una orientación científica, en contextos modernizadores y desarrollistas”. Y un tercer momento es del año 78 en adelante, cuando se producen textos de crítica con discursos más científicos. En esta etapa se observa la incursión de mujeres en la disciplina crítica y un mayor número de estudiosos graduados en el país, contrariamente al pasado. Señala que desde la década del 80 las universidades se convirtieron en los espacios con autoridad para la crítica literaria y que a la dinamización del campo contribuyeron  hechos como la creación del Encuentro de Literatura Alfonso Carrasco Veintimilla y los talleres literarios de Miguel Donoso Pareja.

Para la investigación la autora recurrió a fuentes primarias. Para las primeras décadas del siglo XX, diarios y revistas, y desde la década del 70 en adelante, libros, ensayos aparecidos en revistas académicas, tesis de grado de cuarto nivel o ponencias en congresos. Estudia la producción de diferentes críticos literarios. Desde Gonzalo Zaldumbide, en las primeras décadas del siglo XX, hasta Yanna Hadatty Mora, en años más recientes. Resume las afirmaciones de cada autor y sus aportes. Afirma que el país tiene una deuda con Fernández Alborz (alias Feafá). Fue él quien escribió la primera reseña del libro Los que se van, en 1930, en la que destacaba el valor de este cuentario. Cree necesario recopilar y estudiar sus artículos.

Rodríguez dice que existen discusiones que a lo largo de los años se avivan y  actualizan, como las referidas a la nación, la identidad y lo local frente a lo universal. Un aspecto que reclama es la poca atención que ha recibido la narrativa de la década del 50, periodo que se conoce como de “transición”, concepto que a la estudiosa le parece vago. Habla, asimismo, de cómo los capitales culturales de personajes han devenido en políticas de Estado. Y muestra las formas en que a lo largo de las décadas que analiza se ha asumido el oficio crítico en el país.

Crítica literaria y sociedad en el Ecuador (1930-2000) es un libro que toca muchos temas de los que se hace necesario seguir conversando.