Hay días (bastante seguidos por cierto) en que me cuestiono si al final de mis días habrá valido la pena tanto sacrificio por los hijos, que si fue mejor dedicar tantas jornadas extenuantes antes que estar recorriendo Europa o Nueva York, que si las prioridades serán las correctas. Sé que el amor por los hijos es ilimitado, pero la paciencia y el desgaste mental y emocional no son menores en momentos en los que queremos hacer todo y sentimos que no alcanzamos lo que proyectamos.