Como quizá a muchos lectores ecuatorianos, el nombre de Alice Munro se me hizo conocido en 2013, cuando la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura por su excelencia en el cultivo del relato corto. En el veredicto se resaltó el estilo claro y su realismo psicológico.
Muchos otros ganadores del Nobel escriben relatos y luego novelas y otros géneros. Munro, en cambio, durante toda su vida escribió exclusivamente relatos y fue reconocida por esa narrativa. Con ella se desmonta la errónea idea de que el relato, de que el cuento, son para el escritor como una preparación para el gran acometimiento literario que es la novela.
Cuando le llegó el premio, esta escritora canadiense tenía 82 años (nació en 1931) y estaba enferma, de tal manera que no pudo ir a Estocolmo a recoger el galardón. En su lugar fue Jenny, una de sus hijas (tuvo cuatro hijas con su primer esposo. Una falleció). Para compensar la ausencia de la autora y la falta del discurso que tradicionalmente pronuncia en la ceremonia del Nobel el ganador de la categoría Literatura, la Academia Sueca grabó una entrevista con Munro y la proyectó ese día.
Los secretos a voces de Alice Munro
Con ocasión de que estoy leyendo el libro Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, que Munro publicó en 2001, una obra compuesta por nueve relatos, busqué aquella entrevista, que está en YouTube e incluso se la halla traducida y transcrita al español. En esta, Munro dice que cuando era niña, alguien le leyó el cuento de La sirenita, y a ella le impactó grandemente el final trágico. Dio vueltas y vueltas alrededor de su casa y en su cabeza construyó otro final para La sirenita. Ubica allí el origen de su gusto por la escritura. Ese detalle me parece hermoso, porque da cuenta de la fuerza de la literatura y de la lectura.
Para comprender a esta autora, también me acerqué al libro Exploración de un género literario: Los relatos breves de Alice Munro, de María de Jesús Hernáez Lerena, publicado por la Universidad de la Rioja, España, la primera tesis doctoral en idioma español que se le dedicó a la escritora.
Hernáez señala que en Canadá los cuentistas son tan importantes como los novelistas y que se le destinan grandes estudios a sus obras. Dice que algunos estudiosos han ingresado a Munro analizando el espacio de sus narraciones, sus entornos rurales o provincianos, en tanto que otros trabajos han buscado hacer una lectura desde el punto de vista del feminismo. Hernáez ha abordado el tiempo en las narraciones de la autora canadiense, quien, según la estudiosa, escribe de las grietas de un entorno familiar aparentemente estable.
Hernáez refiere que casi siempre, en español, para estudiar el cuento se han remitido a la tradición estadounidense, al siglo XIX y, sobre todo, a Edgar Allan Poe. Indica que el cuento en Canadá se consolidó a mediados del siglo XX.
Leyendo a Munro siento que definiciones sobre el cuento como las pronunciadas por Cortázar o García Márquez, quedan cortas frente a lo que hace la Nobel canadiense. Quizá por eso es una maestra, porque impele a redefinir los conceptos. “Está al nivel de los mejores, como Chéjov, Maupassant y Borges”, afirmó el escritor Javier Marías, hace años, cuando se enteró de que Munro había ganado el Nobel.
Munro falleció en 2024, a los 92 años, en Ontario.
Un acontecimiento que ha empañado la fama de la escritora es el hecho de que la hija menor reveló que su padrastro abusó sexualmente de ella cuando era una niña de apenas nueve años. Más tarde, cuando se denunció este hecho, él admitió su culpa. Y Alice Munro decidió quedarse con él incluso después de saberlo. El mundo literario se conmocionó al conocer de este suceso.
(O)