A veces creo que la escuela —o el sistema educativo— se ha vuelto codependiente del modelo de sobreprotección que muchos padres han construido alrededor de sus hijos.
Hoy, ejercer la autoridad bien entendida desde la práctica docente se ha vuelto complejo. Si los abuelos vieran lo que ocurre en muchas aulas, probablemente no lo entenderían.
De pronto —y no tan de pronto— surgió un deseo de estar “al mismo nivel” que los estudiantes, sin asumir la responsabilidad de ser guías, modelos, referentes. Pero esa pérdida de autoridad no comenzó en el aula: los padres ya habían cedido bastante terreno frente a sus hijos. ¿Adivina quién empezó primero?
Liderazgo docente: inspirar, guiar y transformar desde la empatía y la autoridad es el tema que hoy me permito exponer en charlas a docentes.
Me apoyo en el enfoque de David Corbera, quien desde el Institute of Emotions promueve una idea poderosa: “La conciencia es la nueva inteligencia.”
Y para empezar desde el interior de cada docente pregunto: ¿Cuál fue el profesor que más influyó en tu vida y por qué?
Las respuestas coinciden en algo esencial: esos profesores habían transmitido valores y conocimientos, pero sobre todo, sabían ejercer su autoridad con equilibrio. Eran firmes, pero cercanos. Estrictos, pero respetados. Y por eso, eran escuchados.
Ejercer la autoridad es un arte, pero como plantea Corbera, también requiere tres actitudes muy concretas: determinación, fuerza e integridad.
Hay que dejar de tener miedo a generar daño emocional o a herir sensibilidades… Es absolutamente inevitable. Tarde o temprano va a pasar. Nuestra posición va a generar desacuerdos, va a herir sensibilidades, va a producir disrupción. Si no estamos dispuestos a generar disrupción en algún nivel, lo mejor es callar y hacer como si no existiéramos.
David Corbera
El ejercicio acertado de la autoridad se puede aprender, pero requiere una decisión profunda: ser líderes en el alma de cada estudiante.
Esa es una vocación sagrada. Y si la hemos recibido, debemos honrarla. Capacitarnos y actualizarnos es nuestra responsabilidad. (O)