Es inevitable y normal vivir estas fechas, las últimas festividades del año, con una dosis de dolor. Hemos experimentado diferentes tipos de pérdidas al mismo tiempo. Unos están privados del consuelo del grupo familiar. Otros encaran la pérdida de rutinas, trabajos, clientes y planes para el futuro.

“Son casi ocho meses de un enfrentamiento traumático con angustia sostenida que aún no para, con un enemigo invisible y un ambiente socioeconómico y sanitario impredecible”, dice la psicóloga clínica Liliam Cubillos. “La pandemia y el confinamiento nos han hecho vivir un duelo interno y silencioso de muchas pérdidas, empezando por la muerte de un ser querido”.

Algunos grupos sufren marcadamente por la desvinculación afectiva, “sobre todo la población de tercera edad”, señala la psicóloga, pues ellos concentran profundos sentimientos de soledad y de depresión, lo que les debilita el sistema inmunológico y vuelve más frágil la subsistencia.

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Esto pone en evidencia nuestra poca preparación. “No generamos espacios de atención psicológica donde se pueda elaborar el impacto emocional que esto genera”. Y no nos preocupamos, porque vivimos de manera vertiginosa, “bombardeados por redes sociales, situaciones de éxito económico, logros profesionales”.

Esto nos quita tiempo para hacer un alto y pensar en la muerte de manera natural. “Olvidamos la finitud y fragilidad de la vida y pensamos, por así decirlo, que somos inmortales”. La única certeza que tenemos luego de nacer es que todos morimos, dice Cubillos, y agrega: “Si asumiéramos esta única certeza, que somos finitos, podríamos prepararnos para el duelo con más tiempo y mesura”.

Los tiempos del duelo saludable

En un proceso sano podríamos expresar nuestras emociones, miedos y angustias en el momento en que sufrimos la pérdida. Sin embargo, anota Cubillos, el duelo está sujeto a nuestras fortalezas (y debilidades) emocionales. Algunos llevan un duelo anticipado. Otros usan un mecanismo de negación y no aceptan la partida de su ser querido. O evitan que los menores de edad participen de la despedida, por considerarla una experiencia traumática.

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Y porque lo vemos así, desde hace algún tiempo las sociedades y las familias han ido acortando las etapas del duelo que comprenden los velatorios y el entierro o cremación, pues “consideran que no es necesario y deciden el entierro en menos de 24 horas”.

Sin embargo, la elaboración del duelo emocional es un proceso complejo. Su desenlace, la aceptación de la pérdida, depende de muchas variables sociales, afectivas y vinculares. Se pasa por una fase de impacto que dura horas o semanas, a una fase de depresión o repliegue, de un mes a un año, y luego a una fase de recuperación o restitución. Sin esa estructura, puede crearse un duelo patológico, complicado o no resuelto.

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Tenga en cuenta esto si está cerca de una persona que sufre y no sabe cómo actuar. No la apresure para que se sienta bien o vuelva a su rutina. Ofrezca compañía. “No la deje en soledad”, puntualiza Cubillos. Brinde afecto y practique la escucha activa. Respete la forma particular que tiene cada persona para superar su duelo.

El duelo está sujeto a nuestras fortalezas (y debilidades) emocionales. Algunos llevan un duelo anticipado. Otros no aceptan la partida de su ser querido. O evitan que los menores de edad participen de la despedida, por considerarlo traumático.

Es normal, en las primeras etapas, tener bajo estado de ánimo, sentimientos de culpa e incluso deseos de morir. Cubillos menciona, inclusive, alucinaciones auditivas, pérdida de apetito y de peso, insomnio y abandono de actividades sociales y laborales. “Pero la Asociación Americana de Psiquiatria (APA) señala que cuando el cuadro depresivo persiste más de dos meses, con síntomas adicionales, debe reevaluarse el proceso”.

La teleatención en salud mental

En abril, el Ministerio de Salud Pública (MSP) convocó a las facultades de Psicología de las universidades ecuatorianas para implementar el proyecto de Teleatención en Salud Mental, un servicio gratuito creado por la Comisión de Psicología de la Red Ecuatoriana de Universidades, en el que participan la Universidad de las Américas (UDLA), la Universidad de Cuenca, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).

Los estudiantes, capacitados y supervisados por las universidades, atendieron las llamadas de ayuda por dolor emocional. “Uno de los principales motivos de llamada era el duelo por pérdida de personas, de la salud, pero también de empleos”, menciona el doctor Byron Bustamante Granda, docente investigador de la UTPL.

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La siguiente ola es la de la salud mental, eso ya lo sabemos; ahora es importante que planifiquemos cómo mitigar el impacto.

Bustamante está consciente de que una segunda ola de coronavirus reviviría muchos eventos traumáticos y síntomas de salud mental complejos, con necesidad de teleatención, atención presencial o medicación, en especial para quienes aún están elaborando su duelo.

Adicionalmente, afirma, se presenta algo para lo cual no nos hemos preparado: “Un Día de los Difuntos con muchos difuntos a los cuales no se pudo despedir”. Esta es una situación que convoca a los servidores religiosos, de salud y sociales. Un grupo de altísimo riesgo son las familias que aún están buscando a sus fallecidos, que necesitan ayuda para reducir el impacto.

¿Y si no hemos tenido una pérdida? Aun así, las próximas fechas van a ser complejas. “Fiestas como las de noviembre y diciembre acentúan los problemas en salud mental y la demanda de servicios”. El año nuevo es la época en que aumentan los suicidios, a causa del alto estrés por razones personales y socioeconómicas, sumado a la susceptibilidad por el consumo de sustancias, depresión previa, ansiedad y antecedentes familiares.

La crisis económica va a ser otro desencadenante de muchos problemas, y aunque parezca que se resalta lo negativo, “hay que reconocerlo así para prepararnos; si hubiésemos tenido mejor preparación para desastres, no habríamos tenido tantos muertos”, establece Bustamante, especialista en psicología del desarrollo y aprendizaje en salud.

La siguiente ola es la de la salud mental, eso ya lo sabemos; ahora es importante que planifiquemos cómo mitigar el impacto”, opina el docente, y añade que el programa de Teleatención continúa el resto del año, con posibilidades de extenderse. Usted puede llamar al 171, opción 6. Está activo de lunes a domingo, 24 horas. Se le redirigirá si necesita atención especializada psicológica o psiquiátrica, o un proceso presencial.

Herramientas de prevención en salud mental

Bustamante es partidario de la prevención universal a través de la psicoeducación, mediante la educación formal y medios no formales.

  • Educación para reducir el estrés. “Si a estos tiempos le aumentamos estrés académico, puede tener malos resultados entre los estudiantes. Los docentes y el sistema deben tener algo de control sobre el aprendizaje, pero también flexibilidad. No estamos en la mejor situación para ser hiperexigentes en el aprendizaje. Las condiciones no son favorables para crecer ni para rendir en la mejor de sus potencialidades”.
  • Creación de lugares de esparcimiento. Las ciudades necesitan invertirse en ser más amigables con los buenos hábitos (ejercicio, ciclismo, caminata, contacto con la naturaleza).
  • Conciliación trabajo-familia. “El teletrabajo nos ofrece una oportunidad para que las personas puedan ser productivas mientras conforman familias funcionales”.
  • Mejora del tránsito. Es una forma de ayudar a la salud mental de la población. “Adecuando espacios verdes, iluminando y ofreciendo oportunidades ocupacionales”.
  • Inversión en salud mental. En nuestro país es muy baja en relación con las necesidades que existen. Incrementar el recurso humano, procesos y protocolos de atención, medicamentos, “y que los seguros de salud privados financien la salud mental”, recalca Bustamante. “La depresión será una de las mayores limitantes para la productividad laboral”.
  • Generación de procesos inclusivos en educación y trabajo. “Si eres un migrante, que el entorno amigable te permita desarrollarte. Si eres adulto mayor, que servicios pensados en ti te den una intervención digna”. (I)