Decenas, cientos de vendedores informales se sienten en zozobra y viven en alerta diaria vendiendo sus productos casi a escondidas y al corre corre, para que no se percaten los agentes metropolitanos, quienes inspeccionan en cada sector del centro de la ciudad que aquellos no estén en las aceras.

Los enfrentamientos son comunes entre ellos, y muchos de estos incidentes son grabados en videos y circulan en redes sociales. Por eso, los metropolitanos también dicen sentirse tensionados, pues la reacción de los informales también se ha dado con golpes, lanzamiento de objetos y de otras formas.

Los comerciantes informales dicen sentirse afectados por estos operativos. Ellos, de manera cautelosa, salen a las calles con maletas donde guardan sus mercaderías, para luego expenderlas reservadamente a las personas que circulan por los sectores céntricos de Guayaquil, sobre todo los de mayor movimiento comercial. Otros, que necesariamente deben llevar cajones o carretas, ven formas de ubicarse en los sitios de mayor presencia de personas. Su argumento es que no tienen con qué mantenerse por la crisis generada por la pandemia, pues muchos dicen que perdieron sus trabajos.

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La tensión se evidencia cada día y se expresa mediante los enfrentamientos de uniformados e informales que no dejan quitarse su mercancía. Ahora, su expectativa es exigir a la Municipalidad que les den un espacio para no tener diferencias con los agentes.

Mirando a todos lados se hallaba el pasado miércoles Luis Guevara, comerciante de cigarrillos, en el Mercado Central. Indicó que el trato de los metropolitanos es inapropiado, porque tiran gas pimienta en los ojos y no debe ser así. “Sería bueno que la alcaldesa nos dé un espacio para vender nuestros artículos sin ninguna pelea con los agentes”, afirmó.

“Nosotros no tenemos un local propio, porque es mucho dinero lo que cuesta y no tengo para invertir; además, se pagan impuestos puntuales”, dijo Luis Santana, vendedor de cinturones.

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Si ellos ven a un uniformado merodeando el sector, recogen sus cosas rápidamente y se trasladan a otros sectores a vender su mercancía.

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Lilly Montoya, vendedora de caramelos de la misma zona, comentó que apenas ve a un agente se esconde en muros, paredes, locales y se va a otro lado para comercializar sus dulces.

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Otros, al estar en la situación de correr a todos lados, tuvieron la idea de llevar consigo pocos artículos para que cuando les toque correr se les haga más ágil y liviano.

“Tengo poca mercadería para correr rápido y que no me alcancen”, dijo Antonio Cruz, comerciante de medias. El pidió un sitio para ofertar sus productos con tranquilidad, pues debe llevar comida para sus hijos.

Si nos quieren reubicar, que sea en un espacio céntrico, donde cientos de personas accedan a comprar; porque si nos ubican en un sitio desolado, de nada sirve.

Grecia Cantos, comerciante de artículos variados.

Los informales no tienen trabajo desde que se inició la pandemia y se dedicaron a vender productos varios. Las ventas están mermadas desde que los desalojaron de los alrededores de la Bahía, de la calle Pedro Moncayo, del Mercado Central y otras zonas. Ahora, comercializan poco con bajos precios para sustentarse.

“La piola se rompe por el lado más débil, y los comerciantes informales son el lado más débil. La Constitución nos ampara para que ninguna decisión del cabildo nos quite nada de nuestros bienes”, exclamó Luis Landívar, comerciante de libros infantiles.

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En otras zonas como la Terminal Terrestre, 9 de Octubre y José Mascote se observan las aceras despejadas y solo de uno a tres informales vendiendo agua con miradas inquietas y pendientes de los uniformados.

En el sector de la Bahía, en Guayaquil, detectan mercadería de comerciantes informales guardada en cuartos de medidores y baños públicos

“Que nos dejen trabajar, porque tenemos familias y dependemos de nuestra labor para mantenerlos; o que nos reubiquen para trabajar en paz”, mencionó Roberto Pincay, vendedor de agua en la Bahía.

Asimismo, en la Terminal Terrestre y en el bulevar 9 de Octubre los uniformados inspeccionan las aceras previniendo que se ubiquen los informales.

Algunos se esconden entre plantas para que no los encuentren y seguir laborando. Esta situación rememora aquello que se vivía años atrás, cuando los miembros de la entonces denominada Policía Metropolitana ejecutaba operativos en los que quitaba los productos y las herramientas de trabajo, como carretas y otros. La diferencia es que ahora los agentes usan gas pimienta.

“Esto parece un videojuego. Exijo a la alcaldesa que haga algo por nosotros”, reclamó Vanessa Ladines, que vende ropa infantil.

Cuando hay requisas o controles, los enfrentamientos se dan de forma desigual. En redes sociales circula al menos una decena de videos de esas disputas. Uno de estos es del pasado jueves. Un informal es rodeado por unos agentes metropolitanos y uno de ellos lo empuja. En ese momento, el vendedor reacciona y lanza su cajón de productos contra el piso, con rabia; como expresando su impotencia, patea los productos y maldice por no poder trabajar.

En redes hubo rechazo a la acción de los agentes. El Municipio reaccionó con un comunicado. “Todas las acciones se desarrollan en el marco del respeto a los derechos humanos. Lamentablemente, se han producido casos puntuales de ciudadanos que, al ser desalojados de aceras y calles, reaccionan de manera violenta contra el personal municipal o lanzan sus productos al piso”, señaló el viernes.

Sobre ese incidente dijo que dos comerciantes arrojaron tarrinas de comida al suelo al ver acercarse a los metropolitanos que pedían su retiro. “Una situación que se ha tergiversado, confundiendo a la opinión pública bajo la falsa versión de que los uniformados habrían actuado con violencia, lo cual no es correcto”, explicó. Pero el video deja ver el empujón.

Vendedores informales se desplazan a otros sectores para vender sus artículos y los agentes metropolitanos extienden controles

Los metropolitanos también dijeron sentirse en tensión, por los enfrentamientos que tienen con los vendedores.

“Al principio fue una lucha, porque de parte de ellos sufríamos insultos, amenazas y golpes. Ahora se sigue, pero nosotros, cuando una persona está rebelde, le echamos gas pimienta para que se tranquilice”, comentó Pedro B., uno de los uniformados.

Steven M., agente metropolitano, explicó que mientras los comerciantes informales sigan instalándose en zonas prohibidas, los enfrentamientos continuarán.

En los exteriores de la Bahía se encuentran carteles que advierten que está prohibida la presencia de vendedores ambulantes, como carretas de toda clase de comercio informal.

En los exteriores de la bahía se implementaron pancartas que dicen la prohibición de vendedores informales. Foto: Melissa Moreno

El pasado lunes circuló otro video donde se evidenciaba a cuatro mujeres defendiéndose de los uniformados para que nos les quiten su mercancía; una de ellas se abalanzó contra el agente.

Ese video fue captado el sábado, cerca de las 11:00, en las calles Lorenzo de Garaycoa y Clemente Ballén, cuando varias comerciantes informales se enfrentaron a los uniformados. Varias mujeres lanzaron objetos a los policías. Uno de ellos respondió utilizando gas.

Aquel lunes, Jaime Dávalos, director del Cuerpo de Agentes del Control Metropolitano de Guayaquil, dijo a este Diario que entre el viernes 13 y el domingo 15 se registraron diez ataques a uniformados.

Relató el funcionario que en uno de esos enfrentamientos los comerciantes informales agredieron a metropolitanos luego del retiro de frutas y verduras en la vía. Una motocicleta municipal resultó afectada en la gresca. “La moto está en calidad de no operativa, pues le rompieron las guías, retrovisores, protección delantera”, refirió Dávalos.

Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia del Municipio, dijo a este Diario que no habrá marcha atrás en los controles, pues los informales obstruyen el paso de los peatones. De soluciones, dijo que a los dirigentes de los informales de la Bahía les pidieron un listado con todos los datos personales, dirección y número de teléfono, para darles un sitio de comercialización.

Los comerciantes insisten en que ellos están en las calles porque no tienen ingresos desde la pandemia, pues la mayoría asegura haber perdido sus trabajos. Piden que la alcaldesa ofrezca soluciones. (I)