El olor salino se acentúa en las calles del Batallón del Suburbio de Guayaquil. Este sector situado al lado del estero Salado tiene más de 50 años de creación y pese a que ha cambiado con el paso del tiempo, aún permanecen elementos de su identidad. A orillas del ramal aún se ven ligeras canoas que usan vecinos para desplazarse. El Batallón del Suburbio forma parte de los cinco barrios de la parroquia Febres Cordero, en el oeste de la urbe. Aquí cada julio se realizaban festivales en honor a Guayaquil, en los que predominaban juegos tradicionales como el palo ensebado, la olla encantada, los ensacados, el huevo con la cuchara. Dentro de este popular sector hay vecinos que tratan de conservar parte de estas tradiciones.En estos 490 años de proceso fundacional de Guayaquil, hay quienes añoran esas tradiciones. Gloria García, una de las fundadoras de la cooperativa Héroes del 41, fue una de las primeras en llegar a la zona aledaña al segundo puente de la Perimetral. Ese fue uno de los últimos bloques en ser poblados. Fueron 20 familias, recuerda. La mujer oriunda de El Empalme, pero guayaquileña de corazón, comenta que llegaron con su esposo para tener su casa propia. El sitio era lleno de árboles de manglar, poco a poco fueron retirando la vegetación y ubicándose junto al estero. Ella recuerda que cientos de familias aprovecharon para ubicarse en esa zona pese a la inestabilidad del suelo y peligro en el sector. “Uno tenía que estar hasta sin respirar porque los lagartos estaban aquí en los pilares de las casas. Vivíamos sobre el manglar. El agua era clara y se veían allí los lagartos, mis hijos me abrazaban, todos muy asustados”, dice García. Ella comenta que las familias que se asentaron en esa época se hicieron muy unidas y que no dejaban pasar una fecha especial para celebrar, más si era por Guayaquil. “Se organizaba todo el barrio, unido, eran fiestas de hasta unos tres días, siempre hubo el palo ensebado, era el más esperado por los premios que te llevabas ahí mismo, también había otros concursos tradicionales, pero el más disfrutado era el palo ensebado”, comenta Gloria. La mujer añade que hasta el momento se practica esta tradición, pero ya no tiene la misma acogida como antaño, ya que menos familias salen a celebrar en comunidad a Guayaquil debido a la inseguridad generalizada en el suburbio. “Sí festejamos, algunos afuera con la comunidad y otros en sus casas, pero siempre organizamos la tradicional fiesta para conmemorar al barrio y a Guayaquil”, expresa.María Álvarez, de 72 años, comenta que llegó hace 50 llegó a vivir al Batallón del Suburbio. Allí ni había calles, todas las casas eran de caña, puentes altos para poder transitar y salir hasta la vía principal para movilizarse. “Sí que sufrimos, a veces nos caíamos del puente mismo al lodo, al manglar, y siempre nos decían: ¿Te caíste, te caíste?, cuando nos veían ya llenos de lodo, mojados, golpeados", refiere la mujer entre risas junto con sus vecinos. Allí los residentes ayudaron a que nuevas familias se sumen a este sector para tener su vivienda propia en la zona.“Nos turnábamos, cuidábamos el sector, incluso mujeres solas”, dice Gloria.Tanto ella como María llegaron veinteañeras a este barrio, algunos de sus compañeros fundadores y vecinos aún viven, pero tienen complicaciones de salud y permanecen en sus casas. Ellas, en cambio, aprovechan para recorrer el barrio con las actividades que realiza el comité barrial.Gloria, por ejemplo, creó un grupo de danza con todos los adultos mayores del barrio para que puedan presentarse en las festividades de Guayaquil. “Nosotros tenemos nuestros atuendos de guayaquileñas y bailamos pasillos, las músicas de Guayaquil, de Julio Jaramillo, para recordar esos años. Y ahora nos presentaremos en un desfile aquí en el suburbio”, dice la mujer con orgullo. La mujer destaca que quienes envejecieron, nacieron, crecieron en este barrio son guayaquileños trabajadores, muy amables, generosos, que han sabido salir adelante de forma honesta. “Aquí en estas calles nos cuidamos, compartimos si tenemos comida de más, nos hemos vuelto una familia compartiendo el día a día en el barrio”, dice Gloria en su vivienda. Los vecinos indican que este barrio ha mejorado con los años. Luego de vivir en casas de caña sobre el estero, llegó el relleno en ese sector y pudieron edificar las primeras viviendas de construcción mixta o cemento.Ahora este barrio tiene todas sus calles pavimentadas, servicios básicos e incluso un complejo acuático con olas artificiales, el más grande de Guayaquil, y además el pasado 23 de julio se inauguró la troncal 4 de la Metrovía, sistema de transporte que une a los ciudadanos del suburbio con el centro del Puerto Principal.<b> (I)</b>