Argentina 4314 y la 20, donde está ubicado La Estación del Bolón, es un área en la que aún se guardan muchas tradiciones del Guayaquil de antaño. Los vecinos se conocen, se frecuentan; y es común la cerveza en la acera el fin de semana —cuando el COE lo permite—, el fío o el juego de pelota con los del barrio, ya no en media calle como hasta los años 90, pero juntos al fin.
En el local encontramos a algunos clientes frecuentes comiendo un entremés a las once de la mañana, hora perfecta para los manjares preparados con plátano que sirve este tipo de restaurantes. Luego de entrar a la cocina abierta, pudimos constatar que el local es probablemente el que más detalles tiene en toda la zona, el que mejor cuidado y más pulcro está, por lo que decidimos hacer un pedido masivo, juntando así el desayuno con el almuerzo en una sola sentada.
Comenzamos con un piqueo. Unas canastas de verde rellenas con camarones en salsa, la que había sido elaborada con fondo de camarón y carne. Sabor distinto, que sorprende, sin mayonesa. Delicioso.
A mi juicio, la especialidad de la casa es el tigrillo. Probablemente de los mejores que he comido en la ciudad. La calidad del chicharrón, la generosidad de los trozos de este cerdo frito en el plato no las había visto. Pudimos observar que el cocinero, en su preparación, agregaba una cucharada de crema de leche, la cual no se sentía ni distorsionaba el sabor, sino que le daba una gran textura. Servido con dos tipos de sales, sal prieta y una sal preparada en casa, y dos tipos de salsas, de queso y de ají criollo, nos confirmó por qué este plato zarumeño es uno de los preferidos en la costa ecuatoriana.
Las empanadas de verde no se quedaron atrás: de tamaño jumbo, las encontramos de pollo, carne y queso. En este tipo de locales no puede faltar el bolón. Nos gustó. Es difícil hacer un mal bolón si el tigrillo es bueno. Los ingredientes son de buena calidad y su textura era tal cual me gusta. El plátano es uno de los productos en los que más almidón se puede encontrar; más que en la papa, yuca, avena o arroz, y por su composición química es de digestión más lenta, por lo que, para mi gusto, mientras menos seco esté, más palatable y digerible es, como en este caso lo fue.
La menestra de verde fue sensacional. Un plato absolutamente manabita, que no es tan común encontrar. Para quienes no la han probado, se la recomiendo sobremanera. Terminamos probando el famoso bistec de res, con abundante fondo y huevo, que obviamente utilizamos para enjugar el bolón. De postre: tortas de verde y de yuca con salsa criolla hecha de pepino, cebolla y tomate picado con culantro. La Estación del Bolón, recomendado para un desayuno o un brunch de campeones. (O)