Confieso que no lo había visto antes. Pasaba con mi familia a la hora de almuerzo por Plaza Lagos, en Samborondón, y noté un nuevo restaurante que no estaba en mi registro mental, contiguo al Wine Bar. Así como en esta era cuasi pospandemia, algunos restaurantes ya no están en los sitios que frecuentábamos, dejando en el espacio vacío una nota de nostalgia, algunos de esos lugares son ocupados por nuevos emprendimientos, cambiando el panorama visual al que estábamos acostumbrados. En el lugar en mención ahora está Vía Partenope, un sitio casual de comida italiana.

Su carta, la de Vía Partenope, siendo corta, está bien balanceada. Varias ensaladas, carpaccios, pasta y pizzas. Una opción de pollo, una de carne y otra, de pescado. Tiene una sección de frituras interesante. Pastas fritas como ravioli, pizzette o calamares, y un sánduche frito llamado Mozzarella in Carrozza, con queso mozzarella, anchoas, albahaca y queso parmesano, con una salsa de la casa a base de pomodoro.

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La cocción y terminación del sánduche, magnífica. Sin excesos de grasa, apenas lo suficiente para darle un sabor y textura particular.

Sánduche frito Mozzarella in Carrozza.

El problema es que la cantidad de mozzarella era mínima, por lo que el pan frito era el centro del plato, lo que predominaba, ya que las anchoas tampoco eran perceptibles al paladar por lo ínfimo de su porción. De hecho, abriendo el sánduche, costaba encontrarlas en una inspección visual. Este podría ser un rico e inusual plato si se pudieran saborear sus componentes.

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Pedimos una pizza para compartir. Pizza italiana, con flor di latte, tomate, salami picante artesanal, albahaca y aceite de oliva.

No es una pizza espectacular. A mi juicio no la podría catalogar dentro de las mejores de la ciudad, pero sin duda es una de las buenas opciones de pizza en Guayaquil, con buenos ingredientes, de masa delgada, que podría tener un mayor tiempo de fermentación y ser más crujiente para estar entre las mejores. Tiene un buen precio para su calidad y tamaño.

Terminamos con unos gnocchi al ragú napolitano, con pomodoro, carne y costilla, chorizo, cebolla y aceite de oliva, generosos.

El sitio es tremendamente agradable y acogedor. Han hecho un gran trabajo en su decoración y distribución, en planta baja se siente uno en varios ambientes entre una cocina parcialmente vista, y un mezanine con paredes de ladrillo y elementos verdes que le dan un calor muy casero.

Es un buen sitio para una comida informal, sin muchas exigencias, y precios bastante razonables.