Dice ser un guayaquileño a veces a regañadientes, pero se honra en llevar el espíritu de lucha de los habitantes de esta ciudad. “Yo nunca veo guayaquileños que se den por vencido; siempre están allí guerreando, de una u otra manera, en todos los ámbitos. Somos personas superrecursivas. Nosotros la sacamos adelante siempre”, describe Arnaldo Gálvez desde su sala en la Casa Cino Fabiani, situada en la tradicional calle Numa Pompilio Llona, en el barrio Las Peñas. Ingresar al lugar, que le perteneció a su bisabuelo Luigi Cino San Giovanni, es conectarse automáticamente con una experiencia sensorial: su olor a tabla, las obras colgadas en la pared, la textura de los pasamanos de las escaleras trasladan a una especie de templo artístico e histórico.
Gálvez es un productor guayaquileño, un oficio que afirma apasionarlo. “Yo tengo un propósito de vida y es ser un nexo entre mis asistentes y el conocimiento. Mis producciones siempre tienen algún tipo de contenido”, afirma quien ha estado atrás de obras como El plan, Rabia, Sin Salida, entre otras.
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“No hay momento mejor para mí que cuando veo que la puesta en escena y el nivel actoral ha sido bueno y que ha valido la pena”, añade, y declara que lo que más le puede molestar dentro de su trabajo es la falta de compromiso.
¿Qué haría si fuera productor de la ciudad? “Si fuera productor de la ciudad, creo que habría más oferta cultural, haría algo por un mes con tantos artistas plásticos, habría un festival de teatro... Habría una curaduría, porque veo mucho desorden”, responde.
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Apuntaría a un cambio estructural desde las artes. “El niño que tiene acceso a una valiosa oferta cultural en su crecimiento, cuando sea adulto y se pare detrás de un biombo, va a tener criterio para decidir tu futuro, el mío y el de toda una sociedad. Siempre he sentido que hay un menosprecio hacia la actividad cultural de parte de los organismos gubernamentales”, menciona.
Uno de los puntos que defiende y que ve como un gran impulso para la cultura es el 150 % de deducibilidad, que consiste en el descuento tributario a raíz de auspiciar una propuesta artística. “Las empresas y personas que financien propuestas relacionadas con emprendimientos, artes e innovación, patrimonio cultural y memoria social podrán acceder al incentivo, que consiste en la deducción del 150 % del monto en la conciliación tributaria”, explica el Ministerio de Cultura en su página.
Gálvez reconoce que tiene un valor especial vivir en Las Peñas, pero también es consciente de que se requieren de manera urgente cambios que salven el movimiento de este sector. “Nada ha sido igual desde antes de la pandemia”, afirma el hombre, que ha sido testigo del cierre de algunos espacios que por años mantuvieron arriba la esencia de la Numa Pompilio.
“Siendo la zona más turística de Guayaquil, de noche ni siquiera hay luminarias. Las Peñas está un poco descuidada y nosotros le tenemos mucha fe a la nueva Alcaldía, al nuevo Gobierno municipal de que va a intervenir y va a rescatar lo que antiguamente era un cónclave de encuentro guayaquileño nocturno”, expresa, y dice que por el mismo motivo de seguridad toda la oferta cultural de la Casa se realiza temprano. En su trabajo ha aprendido que el guayaquileño los viernes no busca cultura, a diferencia de los miércoles y jueves.
A esto añade el tema de los permisos, que considera que debería ser más amigable. “Eso siempre ha sido un obstáculo en estas calles. Entiendo el espíritu de la ordenanza municipal de tener un estricto uso de suelo, pero siempre es complicado sacar cualquier permiso; es como una utopía para los que tenemos propiedades en esta calle”, resalta. (I)