La creación de la Liga Profesional, que tiene el propósito de desconcentrar los procesos del fútbol profesional, con la finalidad de fortalecer a los clubes, el espectáculo y así entusiasmar al consumidor final que es el aficionado y que su objetivo principal es la obtención de recursos generados alrededor del desarrollo del fútbol, la distribución justa de los mismos, con la finalidad de crear instituciones que se vayan fortaleciendo en su economía con el tiempo.

Hemos visto con buenos ojos, que la LigaPro está creando estructuras independientes para la aplicación de reglamentos, como también la aplicación del fair play financiero, con el propósito de supervisar las ejecuciones presupuestarias, para estabilizar las economías de los clubes.

Escuchar que la LigaPro desea crear un código deontológico, que regule la actuación, los dichos y toda esa verborrea que hemos sido testigos estos últimos días, que lo único que consiguió fue menoscabar el espíritu de la competencia. Todos estos esfuerzos son válidos y oportunos para conseguir la institucionalidad de la LigaPro, pero existe un problema de fondo en nuestro fútbol, que es la exagerada libertad que han tenido los dirigentes en el manejo de las finanzas de los clubes, en una entrevista Mauricio Macri, luego de realizar una extraordinaria gestión en el Boca Junior de Argentina, expresó “Los dirigentes somos hinchas, pero tienen que saber administrar la pasión, el sentimiento, porque a veces la necesidad de lograr títulos puede pagarse caro, complicando a futuro las finanzas del club”.

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Personalmente, considero que la mayoría de los dirigentes de nuestro fútbol conocen esa regla, la diferencia es que el sistema aplicado ha otorgado licencia, para que se llegue a situaciones de quiebras financieras y que otros cerca de aquello sobrevivan ante la angustia que provocan sus urgidas necesidades. En este editorial, intento proponer un mecanismo que permitirá crear con el tiempo estructuras sólidas que generen innovación y modernidad a nuestro fútbol.

Mi propuesta consiste en la conversión de los clubes en sociedades anónimas, como herramienta para mejorar las condiciones que tiene el fútbol ecuatoriano, sobre todo en el manejo de los recursos y cómo rendir cuentas sobre la administración, para ello es importante conseguir que la legislación incluya a los clubes que decidan organizarse como sociedades con fines de lucro.

Las ventajas de esta modalidad de sociedad anónima por acciones, aplicables a los clubes deportivos, permitirá desde mi punto de vista, crear escenarios financieros donde se deba participar con mayores oportunidades que las actuales, que han llevado a la crisis del fútbol de nuestro país. Y creo firmemente que la conversión de los clubes deportivos actualmente organizados como instituciones sin fines de lucro, a sociedades anónimas listadas en las Bolsas de Valores, es parte de la solución.

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La motivación del lucro, servirá para atraer capitales al fútbol y proveería incentivos para que los clubes no formen equipos competitivos sino también en una industria del entretenimiento, que atraigan grandes cantidades de espectadores.

En el tratado “The Economist of Profesional Football”, el economista británico E. Sloene dice que “los clubes de fútbol están menos orientados a la consecución del beneficio que otras organizaciones comerciales”.

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Quienes han gobernado esas organizaciones simplistas, que terminan siendo los clubes de fútbol, han perseguido poder, popularidad y no estabilidad o rentabilidad económica.

Se argumenta que los clubes son firmas que intentan maximizar su utilidad operando dentro de un mercado caracterizado por esa utilidad, pero no tienen necesariamente ni principalmente una finalidad económica. Esa es la realidad del mayor porcentaje de clubes en nuestro país y concebido está que el actual estatus no los libera a la lógica económica.

La supervivencia es una meta para los equipos de fútbol y ello es imposible sin tener una estructura organizativa que produzca solvencia financiera.

La historia de nuestro fútbol nos lo demuestra fehacientemente, quienes han gobernado esas organizaciones simplistas, que terminan siendo los clubes de fútbol, han perseguido poder, popularidad y no necesariamente estabilidad o rentabilidad económica. No querer entender que ese ha sido uno de los problemas cruciales en la crisis de nuestro fútbol, es cerrar los ojos para encontrar soluciones.

La experiencia nos anima a decir que la desadministración, el caos organizativo de los clubes de fútbol de nuestro país, se originan por la ausencia de controles y rendimiento de cuentas y esas son las causas principales de la debacle de los clubes de nuestro balompié.

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Caso contrario sucede cuando los clubes se articulen como sociedades mercantiles, la eficiencia de esas administraciones se las puede medir en el mismo mercado, las administraciones eficientes pueden producir fusiones, adquisiciones o alianzas estratégicas entre las mismas entidades futbolísticas dentro o fuera del país.

Una visión administrativa también válida, es que el fútbol y sus clubes deben ser vistas como empresas de espectáculos obedientes a las reglas del mercado, comprar-vender jugadores, entradas, escenario, imagen, derechos de transmisiones, redes sociales, etc.

Vista así es fundamental la relación con los sistemas de comunicación, porque ellos juegan papel importante en la actividad, este amplio campo obliga en la administración, la creación de áreas especializadas en la optimización de la marca e imagen. Y no exagero cuando hoy en día encontramos clubes con marcas de gran recordación, pero con estructuras organizacionales administrativas clásicas y caducas, que se resume así: Junta de socios, Presidente – Directorio – Comisión de fútbol y relaciones públicas.

Para ser más explícitos, la mayoría de los dirigentes son los mejores hinchas del club, solo el área de contabilidad y relaciones públicas no están contaminadas con tanto voluntariado, aunque no es raro encontrar que el contador es el financiero del club y el RR.PP. opina fuertemente sobre las estrategias marqueteras.

Las excepciones aunque parezca mentira existen, pero además de ser contadas, responden más a una exigencia de la popularidad o la futbolizaciòn del sector. Como habríamos visto, entre uno de los requisitos está la responsabilidad de la dirigencia y para crear una base sustentada creo que es necesario considerar como medidas legales incorporadas a los códigos estatutarios del club.

1. Límites a reelecciones indefinidas.

2. Garantía de la directiva en su responsabilidad, avalar con su patrimonio personal la gestión del gobierno del club.

3. Auditoría de los resultados anuales.

4. Análisis de riesgo previo a las contrataciones.

Hoy en nuestro país, se sigue discutiendo si existe o no semejante desgaste de esfuerzo, en no reconocer que es evidente la crisis y sino que coincidencia que existan clubes en bancarrota, taquillas embargadas, huelga de jugadores impagos, equipos sancionados con disminución de puntos, jugadores de un equipo que solicitan que en el club que participa, le quiten puntos por falta de pago, sus pensiones, etc. Para que más “como muestra estos botones”.

La pregunta está planteada ¿por qué la dirigencia ecuatoriana no la considera? Las respuestas son variopintas, la mayoría pretextos, en fin lo que se conoce es que con las sociedades anónimas, se podrá administrar como debe, el sentimiento de muchos. (O)