Se viene reiteradamente demostrando que, en el norte de la costa peruana, contiguo a nuestra frontera, se han encontrado vastas reservas de petróleo y gas natural, en explotación desde años atrás. En nuestro lado, pocos kilómetros al norte, está en explotación el campo Amistad, que abastece de gas a la central termoeléctrica Machala Power y genera 230 megas.
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El clamor general ha sido reclamar por el fracaso de Petroecuador en administrar esta operación y en todos sus intentos de obtener más cantidad de gas y contribuir con una mayor generación de electricidad. No puede ser que la naturaleza haya sido esquiva con nosotros y que precisamente en el golfo de Guayaquil, no exista suficiente gas y no podamos explotar mayores reservas.
El haber abusado y perdido credibilidad con todas las importantes empresas extranjeras, en la rama de exploración y explotación de petróleo y gas, las mejores y mayores empresas. El haber terminado unilateralmente los contratos con las compañías extranjeras, despedido sin mayor motivo o justificación, ha hecho que el Ecuador se convierta en un país poco atractivo, de muy baja credibilidad y considerado un socio no deseable en este tipo de inversiones.
Las empresas están dispuestas a asumir riesgos, venir a estos países, invertir sus capitales, pero exigen que seamos recíprocos, que se respeten las condiciones, los plazos, tener el horizonte de tiempo suficiente para recuperar sus inversiones y obtener justificadamente sus beneficios. Durante los pasados gobiernos y especialmente con Correa se hizo precisamente todo lo contrario.
La compañía Energy Development Company (EDC) fue la que hizo posible la explotación en el Campo Amistad y permitió la generación eléctrica de Machala Power. Hubiera sido la idónea para obtener mayores reservas. Sin embargo, comenzaron los incumplimientos, hasta que la compañía se vio obligada a retirarse del Ecuador en el 2011. Esa explotación se le entregó inmediatamente a Petroecuador, la cual ha fallado en todas sus metas y ofrecimientos. Y volverá a fallar, ahora con su pretendida asociación con la estatal china CNPC. Opción muy costosa y no la solución ideal.
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La EDC es parte del grupo Chevron y bajo su nuevo dueño se apresta a desarrollar y explotar grandes reservas de petróleo y gas natural en Guyana, Trinidad y Tobago. Igual hace 12 años, después de abandonar Ecuador, descubrió en Israel un inmenso campo de gas natural que le permite cubrir las necesidades de ese país y tener importantes excedentes que exporta a Egipto.
En Ecuador no cabe perder más tiempo; se debe relevar a Petroecuador y convocar con urgencia un concurso entre las grandes empresas en la materia, me refiero a las más importantes en su sector, las de primer orden en solvencia técnica y económica, como la misma Chevron, Exxon, Shell, British Petroleum, Total Energies, entre otras. Y habrá que darles las seguridades que requieran para que se interesen en participar. Urge la formación de una unidad ejecutora especializada, que dé celeridad, confianza y urgencia a esta crucial contratación. (O)