En Ecuador es el mejoramiento de las condiciones de vida de los grandes grupos sociales, que no puede concebirse sin políticas públicas dirigidas al fortalecimiento de un sistema nacional de salud que posibilite el bienestar físico y emocional de todos, a la construcción de un modelo de educación que permita comprender la importancia del conocimiento orientado al bien común, y sin la búsqueda consistente de superación de la pobreza. Son responsabilidades que convocan al Estado y a los individuos, para desde esas bases —cuyos niveles de concreción deben ser cada vez mayores en la realidad social del país— pensar y actuar colectivamente en la ilimitada gama de posibilidades de mejoramiento para el bienestar individual y grupal, la seguridad ciudadana, el cuidado del medioambiente y la búsqueda de la paz, armonía y felicidad, grandes objetivos de la humanidad plasmados en declaraciones de las organizaciones internacionales y de los países, desde las Naciones Unidas hasta las constituciones de los Estados nacionales.

No se puede tolerar la violencia ejercida por ciudadanos que la niegan de manera mentirosa y rotunda frente a todos y ante sí...

Es tarea ineludible, pero nunca asumida realmente por nosotros como sociedad, porque, si lo hubiésemos hecho, los niveles de pobreza, equidad económica, social y de bienestar serían otros y no los insostenibles que nos han caracterizado históricamente y se encuentran en la base de las permanentes rupturas del ordenamiento jurídico nacional, rompimientos que debemos superar, porque, si no lo hacemos, conspiramos a favor de los nefastos, oscuros y delincuenciales intereses que medran en escenarios sociales como el ecuatoriano y son cultivados por quienes hacen todo para que sigamos en la precariedad, la destrucción, la ira y el individualismo exacerbado.

No se puede tolerar la violencia ejercida por ciudadanos que la niegan de manera mentirosa y rotunda frente a todos y ante sí mismos, con el hipócrita argumento de que no son ellos y sí individuos infiltrados en sus manifestaciones. Esa alevosía desafiante de los congregados que atacan tumultuariamente, rompen, vejan, destruyen y desconocen todos los sistemas sociales de convivencia no puede ser permitida y sí sancionada rigurosamente, porque no hacerlo —como ha sucedido históricamente, si no recordemos la última calamitosa amnistía a quienes destruyeron Quito en octubre de 2019— significa el mantenimiento de lo que debemos cambiar y forma parte de la gran tarea nacional que tiene tantos frentes como son las carencias que nos definen.

El histórico desafío de llegar a ser una sociedad mejor tiene que ser asumido con lo que hoy mismo tenemos y somos… un sistema jurídico, siempre perfectible, que regula de manera obligatoria las relaciones sociales y debe ser respetado por sobre todo interés particular o grupal, porque, si no lo hacemos, estaremos supeditando el imperio de la ley al de las circunstancias y argumentos siempre válidos para quienes no ven el todo social y sí únicamente su lucha por el reconocimiento de sus enfoques particulares. Desde el respeto a la ley debemos trabajar para mejorar en salud, educación y en el proceso de superación de la pobreza de los amplios y abatidos grupos de ecuatorianos. Una tarea ineludible. (O)