Los resultados electorales en la provincia del Azuay confirman la tendencia de lo que ha sido el proceso electoral en el país: rechazo indiscutible al modelo neoliberal del binomio Lasso-Borrero a través de una consulta concebida como “imperdible”; y la alternabilidad del péndulo que le otorga la Prefectura de Azuay al grupo del correísmo (Juan Cristóbal Lloret Valdivieso, de la Revolución Ciudadana) y la Alcaldía de Cuenca más a la figura personal del nuevo funcionario –Cristian Zamora Matute– que del partido que esta vez lo auspició, la Izquierda Democrática.

El abandono de la vialidad, pese a que el primer ministro de Obras Públicas de este fallido Gobierno fue el cuencano exprefecto, exalcalde, exasambleísta Marcelo Cabrera Palacios –otra víctima electoral tras perder la elección por la Prefectura–, y el lacerante estado de inseguridad podrían ser las causas principales para explicar la conducta de los azuayos en las urnas. Analistas y análisis ya lo confirmarán más adelante.

Frescas estaba en la memoria las ofertas incumplidas de Guillermo Lasso Mendoza y Alfredo Borrero Vega –que no las enumeraré sino que con absoluta convicción sostendré que ninguna, ni una sola ha sido honrada–, por lo que se podían advertir esos resultados en cuanto a las seccionales. Pero no al tema de la consulta: ¿quién puede oponerse a la extradición de los narcodelincuentes? Solamente un electorado traicionado, desamparado, desprovisto de lo básico en salud, educación y seguridad pública.

Ahora bien. Se viene el periodo de cumplir con las ofertas, algunas a tono con la violencia de la campaña, especialmente en redes. Digo, por ejemplo, que con ansias estaremos expectantes de la terminación de los contratos de los nuevos fotorradares suscritos por la administración saliente de Pedro Palacios Ullauri (que dicho sea de paso llegó a su primera alcaldía con el auspicio del partido del hermano de Lenín Moreno Garcés, de quien se dice fue presidente del Ecuador) con un consorcio al que, según un informe del asambleísta Bruno Segovia (Minka por la Vida), tiene visos de sobreprecio e irregularidades en su asignación.

Se viene el periodo de cumplir con las ofertas, algunas a tono con la violencia de la campaña, especialmente en redes.

Dichos radares ya fueron instalados en calles y avenidas, pero solamente se pusieron en operación tras conocer la pérdida de Palacios Ullauri, para un proceso denominado “multa seca” y tras la cual los inversionistas empezarán a recuperar su dinero. Es decir, la batalla legal va a ser dura y posiblemente implique resarcir los efectos jurídicos que acarreará la terminación unilateral del contrato y que –no es novedad– serán costeados con dinero de los cuencanos.

Lo otro está en el campo de la movilidad: el famoso Tranvía, que aún no opera con la utilidad de transporte masivo y cuyo sostén afecta directamente las arcas municipales que subsidian los pasajes actuales. Ya hay novedades en cuanto a la falta de provisión de repuestos para asegurar la operación en el tiempo.

Para Cuenca, que ha superado el umbral de las ciudades intermedias, asegurar servicios como agua potable, telefonía, alumbrado público son, entre otros, los temas que siguen en las prioridades que aguardan a la nueva administración. Buena suerte, autoridades electas: la van a necesitar. (O)