Tomo prestada la expresión de Pedro José Freile, quien, por su posición y por su pensamiento, mereció mejor suerte electoral en la primera vuelta. No reproduciré su discurso y presentaré –a mi manera– una invitación final para que los ciudadanos tomen una postura responsable frente a las próximas elecciones presidenciales, porque el voto nulo me parece una opción resentida, idealista o no ética, entendiendo la ética como responsabilidad de cada uno por su deseo y por las consecuencias de sus actos. Pienso que los dos candidatos representan una alternativa antitética en varios sentidos, condensables en su opuesta concepción del Estado, sus funciones, su tamaño y su injerencia en la vida de los ciudadanos.

Así, la conocida posición del correísmo y su candidato Andrés Arauz toma la típica definición del Estado para darle un giro orwelliano en la práctica: “El Estado somos todos, pero nosotros lo somos más que ustedes”. El Estado omnipresente que interviene en las actividades de los ciudadanos en todos los aspectos de su vida cotidiana. Un Estado encarnado en quienes detentan el poder, que les niega la palabra y la facultad de decisión a quienes “perdieron las elecciones”. Un Estado que promueve la homogenización del pensamiento y la estandarización de la opinión. Un Estado indiscernible de los deseos, intereses, afectos, atributos y defectos de su inspirador, de aquel que le dio su nombre al movimiento político que él/lo controla. Un Estado binario del tipo “quien no está conmigo está contra mí” que fomenta la pasivo-dependencia limosnera, y que no admite una posición tercera, crítica y reflexiva.

En cuanto a la posición del candidato Guillermo Lasso, no existe un “lassismo”, porque para que en la política se geste un movimiento epónimo se necesitan excepcionales condiciones subjetivas de las que este candidato, afortunadamente, carece. La propuesta de un Estado limitado pero eficiente, con el riesgo de que en su movimiento se infiltren los llamados “libertarios” en su acepción anarquista. Un Estado que favorezca los libres emprendimientos, bajo la ley y productivamente. Un Estado multiétnico que ampliará el campo de nuestras relaciones internacionales fuera de la órbita del llamado socialismo del siglo XXI. Un gobierno que deberá garantizar la libertad de cultos, de palabra y opinión, a pesar de su propia filiación religiosa, y que deberá hacer un trabajo personal para asegurar los derechos de los movimientos LGBTQ. Un Estado que fortalecerá la dolarización y multiplicará las ofertas de trabajo en vez de regalar plata. Ver para creer, todo lo anterior. Entonces, ¿seguimos en lo familiar y conocido durante catorce años o le apostamos a lo incierto pero diferente?

POSDATA: No tengo ni tendré Twitter, pero supe que mi texto anterior fue tuiteado por Rafael Correa. Ignoro por qué lo hizo, pero si él lo interpretó como favorable a su candidato, muchos lo interpretaron como crítico a la organización del debate y a lo que ambos candidatos, por igual, mostraron (y ocultaron) durante el mismo. Agradezco su amable lectura, economista Correa, lamento el posible malentendido causado por mi estilo. (O)