Y a la de Vera, en una entrevista y tour de force necesario para que el presidente del Ecuador procure desmentir el supuesto ensimismamiento, incomunicación, ambigüedad, inacción, tibieza e indefinición que muchos ciudadanos le hemos endilgado en los últimos tiempos, con o sin fundamento. Un encuentro que nos invita a superar el entretenimiento con lo irrelevante que nos caracteriza a los ecuatorianos consumidores y “memedependientes” de las redes sociales y de la opinión tiktokera. Un intercambio que todos los ciudadanos deberíamos mirar, escuchar, y sobre todo leer y pensar acerca de una entrevista como un texto para puntuar, subrayar y escribir anotaciones al margen, trascendiendo nuestra moralina para ubicarnos en otro lugar frente a nuestros problemas nacionales. Una invitación a no perder más de un minuto en lo anecdótico de la entrega de llaves “a lo Polo Baquerizo”, la desubicación de Malchinguí y el río Upano, y la conversación telefónica con “el criminal Correa”.

Vivimos cautivos de nuestro corazoncito populista que se entrega sin pudor al “galán” de turno, y que se desconcierta ante un sujeto que presume de importarle un pito las encuestas de simpatía y aprobación.

Se necesitaba un Carlos Vera para sacar a Guillermo Lasso de su beatífica posición y conminarlo a hacer de presidente de la República ante la opinión ciudadana, al menos en el discurso como semblante. Si el comunicador es reconocido por su inteligencia y agudeza, y criticado por su excesivo protagonismo, sus cualidades y defectos sirvieron para que el mandatario asuma una posición más clara y definida. Una posición que no promete maravillas ni seduce multitudes, que no desmiente la crisis ni reduce su dimensión, que retrata un gobierno “incomunicado” pero concernido por lo que pasa aquí y afuera, y que nos deja con una pregunta, que cuestiona nuestra acomodación en la queja costumbrista: ¿debemos esperar que las soluciones vengan solo de los gobiernos y/o cada uno deberá hacer algo en lo que le toca para mejorar su propia situación y la del país entero? Vivimos cautivos de nuestro corazoncito populista que se entrega sin pudor al “galán” de turno, y que se desconcierta ante un sujeto que presume de importarle un pito las encuestas de simpatía y aprobación. ¿Le CREO para que no sufra?

De dos horas de entrevista con el presidente Lasso lo que más quedó en la mente y las redes sociales fueron Alonso, las equivocaciones y las risas

Guillermo Lasso debería admitir que la tarima no es lo suyo y le convendría dejar de hacerse el chistoso. Mejor le queda el rol de “actor de carácter” de la política ecuatoriana: sobrio, maduro y formal, para tomarlo en serio. Provocado por el “insidioso” Vera, el presidente Lasso ha reconocido ciertas fallas y contradicciones, ha debido afirmar posiciones y ha usado el lugar para desplegar cifras, exhibir logros y prometer realizaciones en educación, vialidad, seguridad y en el tema de la salud, donde no debería quedarse en su exitosa campaña de vacunación contra el COVID, ignorando que todos los hospitales públicos están desabastecidos de médicos y medicamentos, y que otra “exitosa campaña de vacunación” implementada por las transnacionales del narcotráfico amenaza con tomarse Guayaquil y el resto del país. Una entrevista que vale la pena leer y releer despacito. Con esto, quizás Lasso está listo para encontrarse con su detractor internacional número uno en CNN, si él cree que el entrevistador lo merece: Fernando del Rincón, el mero macho. (O)