En el siglo XX se suponía que se habían fortalecido instituciones y principios, con procesos de décadas, aun de siglos de formación, entre otros, la ONU, la OEA, las cortes internacionales, las declaraciones de derechos. ¿Cuán real es su vigencia? ¿Qué acatamientos tienen?
Al transcurrir el primer cuarto del siglo XXI, daría la impresión de que se está retrocediendo o que instituciones y normativas se reducen a fachadas, quizás como cascarones con carcoma que ya no merecen respeto, porque se permitió que se usen con direccionamientos de favoritismos o de persecución, o se hicieron estructuras burocráticas, o de procesos interminables, o se está ante la multiplicación de gobiernos que en los hechos asumen, invocando necesidad de gobernabilidad, que deben tomar decisiones, saltándose normativas o interpretándolas a su parecer, ¿o será que de lo dicho habrá responsabilidades de actores y demandantes que se acumulan, con indefensión para los que van siendo afectados?
Sin duda, EE. UU., en la administración Trump, tiene el rol estelar en los procesos que se están dando, pero no es el único país en que se evidencie lo aquí señalado.
En el Ecuador se impugna la constitucionalidad de las leyes multimaterias, que se definieron al inicio como leyes económicas. Podría preguntarse ¿qué materia no tiene efectos económicos? Sin duda pueden ser otras las materias dominantes, como las penales, las relativas a salud, a recursos humanos, carreras profesionales y otras, leyes con nombres macros, “solidaridad”, “inteligencia”, “integridad”, que reforman códigos y otras leyes, como antes fueron las de “transformación económica”, leyes trole, del año 2000.
En EE. UU., Trump el 4 de julio del 2025 puso en vigencia la macroley presupuestaria 2025, que él “califica de ley grande y hermosa”, con múltiples materias, que lleva a radicalizaciones en ese país.
En lo internacional, el enunciado Trump es que EE. UU. ha sido el gran perjudicado en el mundo, y que otros países se han aprovechado de este. Su principal elemento de “corrección” son aranceles, para lo que ha fijado diferentes montos y diversas fechas, con motivaciones distintas, primero los fija por decisión suya, después negocia ajustes. La fecha que por ahora está fijada es 1 de agosto del 2025. Si los países a los que se les elevan aranceles le replican con similar proceder, les sumaría otro incremento.
A más de lo dicho, mientras un avance de la humanidad se suponía que era no condicionamiento a un gobierno o ideología en comercio internacional, ahora es explícito en condicionamiento, una cosa es con gobierno alineado otra con gobierno que no se alinee. A Brasil, Trump le recrimina que persigue al expresidente Bolsonaro, porque está procesado. Hablaría con Lula solo si cesa la persecución a Bolsonaro.
De algún modo se evidencia que cuando al “opositor” o “crítico” se lo supone enemigo, hay que arrasarlo. Figuradamente la frase atribuida a Atila: “Donde pisa mi caballo no vuelve a crecer la hierba” parece que no se olvida. ¿El poder puede ser eterno? Nunca lo será. Por eso, toda decisión y realización debe tener sustento. Tarde o temprano deberá evidenciárselo. (O)