Recién empieza la revolución de la inteligencia artificial (IA) y ya trae grandes cambios en la sociedad y economía. Las empresas líderes en su adopción, entre ellas Google, Amazon, Tesla y Microsoft, despiden masivamente a sus empleados de cuello blanco y a ejecutivos intermedios, ingenieros comerciales con MBA (a no ser que tengan un título tecnológico), y los reemplazan por ingenieros de sistemas.

No se sabe hasta dónde llegará esta revolución. Pero sería tanto o más importante que la domesticación del fuego por Homo Erectus hace millón y medio de años.

Los futurólogos del gremio parten de que los sistemas en base al silicón transmiten información un millón de veces más rápido que los sistemas en base al carbón (nuestras neuronas), lo que torna inevitable el triunfo de la inteligencia artificial sobre la natural. O bien el ser humano sobrevivirá como cíborg, conectando el cerebro a la nube (Kurzweil), o un sistema de IA será el sucesor del ser humano (que se extinguirá) y se adueñará del planeta y luego del universo (Lovelock).

No nos adelantemos tanto. Lo que me motiva a escribir hoy es el inicio de una era posalfabeta.

Hasta hace 600 años solo los académicos sabían leer y escribir. Los poetas griegos trasmitían La ilíada y La odisea oralmente. Mahoma, analfabeto, dictó el Corán. El escriba era un personaje en lo alto de la estructura social egipcia; en la Edad Media, los monjes copiaban los pergaminos de sus bibliotecas y los intercambiaban entre monasterios. El sacerdote leía e interpretaba la Biblia a los feligreses.

Todo cambió en 1450 cuando Gutenberg inventó la imprenta e imprimió la Biblia. Nuevo Testamento en mano, Lutero encabezó a los cristianos que se declaraban capaces de leer e interpretar ellos mismos las sagradas escrituras. La lectura se expandió rápido. El siglo XX se puso como objetivo el alfabetismo universal.

Hoy la IA ofrece reemplazar a la inteligencia humana: el equipo (computadora, teléfono inteligente) puede trasmitir oralmente los mensajes, redactar, hacer resumen de conferencias, síntesis de textos largos (y trasmitirlos oralmente). Chat GPT (u otros similares: Gemini, Grok) genera informes detallados sobre cualquier tema por complejo que sea (aunque todavía comete errores, a veces garrafales).

El grueso de la población abandona la lectura como medio para dominar conceptos diversos, seguir argumentos complejos, desarrollar criterio, comunicar lo que se piensa a otros. En síntesis, el desarrollo del pensamiento. Un profesor de la Universidad de California mandó a los estudiantes a hacer un examen en casa y la mitad entregó trabajos realizados por IA. El hombre cede la tarea de pensar a la máquina.

Surge entonces una bifurcación en la población. Por una parte, los profesionales que utilizan a la IA como herramienta para ganar en productividad, adquirir conocimiento, desarrollar sus capacidades. Son los herederos de los escribas egipcios, los monjes medievales. Por otra, el grueso de la población, que gradualmente pierde su capacidad de comprender textos complejos, desarrollar criterios, comunicarse de manera significativa.

Es la contrarrevolución de lo iniciado por Gutenberg. Es el retorno del analfabetismo funcional. (O)