Seguramente usted tiene muchos anhelos, proyecciones laborales y personales. Seguramente también pide a Dios que le ayude a conseguir estos ideales. ¿Usted está trabajando para lograr efectivamente tales proyecciones y anhelos? ¿O se limita a esperar, sin hacer mayor esfuerzo, que tales ideales le lleguen? Déjeme decirle que conquistar nuestros anhelos tiene un precio: esforzarnos constantemente y en forma calificada para conseguirlos. Si usted es un estudiante y quiere ser profesional, debe tener claro el panorama: le espera un largo camino que exige especial constancia, esfuerzo y paciencia. Tendrá que preparar deberes, exámenes, exposiciones, los cuales no pocas veces tendrá que desarrollarlos en circunstancias difíciles. Por cierto, el entorno familiar debe apoyar y ser comprensivo con quienes optan por una profesión. Hay carreras que exigen particular esfuerzo, como la medicina. Si usted quiere escribir un libro para “pasar a la historia”, déjeme decirle que tendrá que poner algo más que entusiasmo. Deberá seleccionar muy bien el tema, investigar bastante sobre él, preparar un sumario que le permita transmitir las ideas que quiere comunicar, el propósito global del libro; debe leer y releer cada subtítulo desarrollado para encontrar fallas, contradicciones, problemas de sintaxis, y luego corregir las imperfecciones. Y ojo: “pasar a la historia” como autor es muy difícil publicando un solo libro. Sus anhelos literarios de grandeza tienen, pues, un precio bastante alto que hay que pagar por un tiempo prolongado.

Si usted está enfocado en ser rico, debe tener muy claro el panorama empresarial, comercial y legal. Su proyectada riqueza debe provenir de actividades lícitas. De lo contrario, irá a parar a la cárcel o, mejor dicho, al infierno, pues en el Ecuador las cárceles son un infierno: posiblemente lo violen, lo abusen, lo vacunen, le peguen, y luego tendrá la “opción” de incorporarse a una banda. Decía el gran Carnelutti que las cárceles se asemejan al camposanto, con la diferencia de que el preso es un “enterrado vivo”. La riqueza es un ideal difícil y puede ser traicionero. No se obsesione con ella. Y no esté dispuesto a pagar cualquier precio por ella. Recuerde nuestras cárceles. Usted debe estar claro sobre lo que le espera cuando se conduce al margen de la ley. Un buen propósito en la vida puede ser llevar una vida cómoda en lo material, feliz en lo familiar y profunda en lo espiritual haciendo lo que verdaderamente ama. Si usted ama la pastelería, dedíquese a la pastelería; si usted ama la abogacía, dedíquese a ella; si ama la arquitectura, pues, hágase arquitecto; en todo caso, siempre esté dispuesto a pagar el precio que supone el éxito.

Nunca cometa la estupidez de deslumbrarse por la riqueza y el “éxito” que se exhibe en las redes sociales. Usted no sabe de dónde provienen esas “maravillas”, si hay delitos detrás. La perfección de los rostros y de los cuerpos esculturales puede ser pura fantasía: bótox hasta en el alma, etc. Nunca abandone la moral y la licitud. Crea en el amor; puede ser el gran motor de su vida, de su consagración, de su paz y de su grandeza de alma. (O)