Siguiendo el filón que le ha dado excelentes réditos, el portal La Posta difundió una grabación -obtenida clandestinamente, por supuesto- de una intervención de Cecilia Velasque, subcoordinadora de Pachakutik. Allí, refiriéndose a lo que se supone es la negociación con el Gobierno, ella dice que no está dispuesta a aceptar que se la considere una “pasa café” y añade “a mí me dan ministerio completo o nada”. Según el portal digital, esa sería la prueba de la compra de votos de los asambleístas por parte del Gobierno para evitar la destitución del presidente de la República por medio del juicio político. La denuncia y el supuesto hecho son piezas ideales para reflexionar tanto sobre las acciones de los medios de comunicación, como acerca de la manera en que se hace la política en nuestro medio.

La reprochable ‘burla’ de la política

En cuanto a este último aspecto, que es el de fondo, cabe señalar que en un régimen auténticamente democrático, donde hay diversos partidos que compiten pero que también colaboran, no resultarían extrañas las palabras de esa dirigente política. Frente a una situación de crisis como la presente, que puede llevar a la conclusión anticipada no solo del mandato presidencial, sino también del de los legisladores, la opción menos traumática sería la conformación de un gobierno de coalición. La participación de uno o más partidos en el gabinete ministerial permitiría abrir el camino para alcanzar tres objetivos que fortalecerían a la democracia. En primer lugar, reflejaría por lo menos parcialmente la diversidad política del panorama nacional, lo que a la vez asignaría responsabilidades claras a cada uno de los integrantes. En segundo lugar, evitaría pasar por el largo y traumático período de transición que se abriría con la aplicación de la llamada “muerte cruzada” o con la sucesión por parte del vicepresidente. En tercer lugar, y por encima de todo ello, produciría un cambio radical en la orientación de la política gubernamental, ya que quienes se comprometerían a participar lo harían con la condición de colocar los objetivos sociales por delante.

Obviamente, esto es ajeno a nuestra realidad. La apuesta de la oposición, sea de izquierda o de derecha, apunta al fracaso del gobierno en funciones. Es lo que hemos visto, con escasísimas excepciones, desde el inicio del período democrático. Ahora es más fácil que se repita la historia, cuando se trata de un gobierno más débil que los que fueron derrocados por medio de golpes de estado y que, por tanto, puede caer con un leve soplo.

Vacíos de poder

Por esa misma historia, es necesario considerar el papel de los medios de comunicación. De la misma manera que lo hicieron en las ocasiones anteriores, muchos de ellos alimentan la tendencia a la confrontación, avivan el fuego de la polarización y hacen de cajas de resonancia para el descrédito de los políticos. En pocas palabras, alimentan la antipolítica que es el caldo de cultivo para los populismos, los líderes salvadores y los de la mano dura. No se plantean que su papel, antes que buscar la primicia, el vedetismo y el sensacionalismo, podría ser la de ayudar en la búsqueda de soluciones. Concretamente, en una situación como la actual podrían imaginar preguntas medianamente inteligentes que obliguen a los actores políticos a considerar que sí hay otras salidas. (O)