El viernes 2 de junio, los astros se alinearon de tal forma que produjeron algunas buenas noticias, pero la principal, la que podría significar un salto cuántico para un sistema de partidos políticos en el abismo más profundo fue la sentencia del Tribunal Contencioso Electoral que da paso a la aplicación plena de las normas de paridad de género, que determinan que tanto los binomios presidenciales como las candidaturas en las listas de asambleístas presentados por las organizaciones políticas deben incluir un mínimo de 50 % de mujeres.

Extraordinario triunfo de las organizaciones de mujeres, con Mega Mujeres y la coalición Violeta Sí en primera línea, en un escenario donde el Consejo Nacional Electoral había actuado bajo el influjo de los partidos para escatimar la plena vigencia de la norma para estas elecciones anticipadas y exprés.

Consejo Nacional Electoral deberá aplicar la paridad de género en las candidaturas presidenciales y legislativas 2023

Pero los triunfos se deben celebrar 24 horas, para de nuevo situarnos en el aquí y ahora. Y eso significa que los problemas de nuestra política podrían permanecer intocados si la participación paritaria de las mujeres no significa superar la profunda corrupción que envuelve al sistema de partidos políticos y no nos ayuda a superar viejas creencias que lastran nuestra misma existencia como sociedad.

Lo primero es reconocer que la paridad por sí misma no significa que los cuadros presentados por los partidos para la elección ciudadana van a mejorar sustancialmente. Solo basta mirar lo sucedido con la extinta Asamblea 2021-2023 y ver el paupérrimo nivel de muchas asambleístas, que incluso encabezaron procesos políticos tan importantes como el juicio político al presidente Guillermo Lasso. Como activistas del feminismo me decían en una reciente conversación: no puede materializarse la participación de las mujeres en la política desde la sumisión al macho alfa del partido o al caudillo dueño del movimiento político.

Por eso, es necesario analizar algunas de las principales barreras que enfrentan las mujeres para que la participación de las mujeres no sea simplemente un número, sino que implique un profundo cambio.

Porque esto es lo primero: hay un factor cultural arraigado en estereotipos de género que limitan la participación de las mujeres en la política. La idea de que los espacios políticos son exclusivamente masculinos ha sido históricamente perpetuada, lo que desalienta a las mujeres a ingresar y postularse para cargos públicos. La política se ha considerado tradicionalmente un territorio de hombres, y romper con esta concepción implica desafiar una estructura de poder que ha privilegiado históricamente a los hombres.

Asimismo, la violencia política de género es otra barrera significativa que enfrentan las mujeres ecuatorianas y latinoamericanas en su camino hacia la participación política. Las mujeres que se atreven a incursionar en la política a menudo son objeto de ataques y amenazas, tanto físicos como verbales. Estos actos de violencia buscan intimidar y silenciar a las mujeres, creando un entorno hostil que dificulta su participación activa y libre en la vida política.

Además, las desigualdades económicas constituyen otra barrera importante para la participación igualitaria de las mujeres en la política. En muchos casos, las mujeres enfrentan dificultades para acceder a recursos económicos y financiamiento necesario para llevar a cabo una campaña electoral exitosa. La falta de apoyo financiero limita sus posibilidades de competir en igualdad de condiciones con los hombres, lo que perpetúa aún más la brecha de género en la política.

Por otro lado, la falta de representación de las mujeres en los partidos políticos es una barrera fundamental. La ausencia de liderazgos femeninos en las estructuras partidarias implica una falta de apoyo y oportunidades para las mujeres que desean incursionar en la política. La falta de espacios de mentoría dificultan el acceso y la permanencia de las mujeres en la vida política.

En definitiva, las cuotas de género y otras medidas afirmativas son fundamentales para garantizar la inclusión de las mujeres en las listas de candidaturas, pero su implementación efectiva se ve obstaculizada por resistencias políticas, culturales y sociales. (O)