Nadie me preguntó: “¿Cómo vas a votar?”. Nadie es un guerrero, famoso por vencer a gigantes de un solo ojo, de aquellos que solo pueden ver a la izquierda o a la derecha, pero jamás tienen una visión de conjunto (¿No han leído La Odisea? ¿No? No saben de lo que se han perdido). Le respondí que el texto que en Montecristi dictaron unos valencianos sabiondos a 80 correístas siempre me pareció catastrófico, por lo que debe ser eliminado sin contemplaciones. Por eso votaré sí en la pregunta sobre la convocatoria a una asamblea constituyente, a pesar de que con eso las cosas pueden empeorar. Ante este argumento, Nadie aconsejó: “Sufrimos aquel día en que el gigante tuerto devoró a nuestros compañeros, pero resistimos. ¡Aguanta, pues, y soporta lo que venga!”.

Una nueva constitución

Con respecto a las preguntas del referéndum, la cosa no es tan clara. El tema de la autorización para establecer bases militares extranjeras es complejo. El hecho de que sea rechazado con tanta ferocidad por los grupos narcoterroristas, sus aliados del siglo XXI y sus compañeros de ruta mariateguistas demuestra que funcionan. Si no, ¿por qué tanto miedo? Pero el Ejecutivo hizo conocer que uno de los emplazamientos posibles era la isla de Baltra en Galápagos. Información fácilmente manipulable, se ha buscado hacer creer, con cierto éxito, que será casi una enajenación perpetua del archipiélago. La conservación y manejo de Galápagos son de las pocas cosas que nos han salido bien a los ecuatorianos. No se puede poner en cuestión algo tan significativo. Autogol. En la semana que queda tendrán que enviar un mensaje muy claro y creíble proclamando que no se tocará Galápagos.

En relación con la segunda pregunta, relativa a la disminución del número de asambleístas, hay que pensar que, si llegamos a tener nueva constitución, habrá que buscar un sistema de conformación de la asamblea más sabio. El tema no es el número; además, la cantidad de dinero que se gasta en ellos no es como para desbalancear el presupuesto. La nueva carta magna podría establecer que haya 100 diputados elegidos en 50 distritos, que se crearán procurando que tengan un número igual de electores, pero por lo menos uno por provincia. En cada distrito se elegirá una mujer y un hombre como legisladores; se votará por ellos individualmente. Hay que desterrar para siempre el sistema de listas, que es una de las causas más importantes de la mediocridad legislativa. En ellas se meten borregos, perros, gatos..., la gente menos significativa posible, aquellos que se resignan a ser segundones.

¿Qué es la constitución?

Igual con la tercera pregunta, sobre el financiamiento de los partidos. Hay que esperar la nueva constitución para dictar una verdadera ley de partidos políticos. Es lo normal. Las verdaderas repúblicas tienen partidos políticos; solo con ellos existe democracia. No olvidemos que dizque por acabar con la “partidocracia”, que en realidad no existía de hecho ni de derecho, se abrió la puerta para que el populismo socialista se hiciera con el poder. Y, sobre todo, tomar en cuenta que más que detalles legislativos lo que está en juego en los comicios de esta semana son dos realidades políticas: un Estado de derecho o el caos narcoterrorista. (O)