“Aprendí que el coraje no es la ausencia del miedo sino el triunfo sobre él”. Nelson Mandela.
El mundo ha enfrentado múltiples crisis a lo largo de los años. En cada uno de estos momentos de alta conflictividad han emergido líderes que han logrado navegar con éxito las turbulentas aguas de las crisis. La gran mayoría de ellos ha tenido que cambiar el rumbo que habían planeado, por lo cual han tenido que ser flexibles ante sus expectativas, creativos para buscar nuevas salidas y seguros de sí mismos para mantener sus ideales, aunque no fueran populares.
Ernest Shackleton, un audaz explorador irlandés deseoso por descubrir el Polo Sur, lideró una tercera expedición después de dos intentos fallidos hacia la Antártida. Para reclutar a su tripulación publicó un anuncio en el Times de Londres que decía: “Se necesitan hombres para un viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito”, atrayendo a más de cinco mil voluntarios y seleccionando a veintisiete para el viaje en dos barcos.
Conocido como El Jefe, Shackleton tenía un plan detallado que contemplaba un recorrido conocido por todos, recursos suficientes para afrontar la expedición y hombres que conocían los peligros que podrían enfrentar. Sin embargo, al bordear la Antártida, el mal clima y las bajas temperaturas llevaron al congelamiento del mar. Después de más de un mes atrapados, desembarcaron antes de que el barco se hundiera.
Ante la inviabilidad del plan original. Shackleton decidió dejar parte de la tripulación en la inhóspita isla Elefante y navegó hacia la isla San Pedro con seis hombres. Optaron por una travesía a pie de más de 35 km, atravesando montañas a más de 1.200 metros con clavos en los zapatos para escalar y enfrentando un clima gélido. A diario, Shackleton compartía los posibles escenarios a enfrentar, ofrecía esperanza, cuidaba y asignaba tareas para mantener la moral alta de sus acompañantes. Con el apoyo necesario, regresó a la isla Elefante y rescató al grueso de la tripulación, asegurando que todos regresaran sanos y salvos a sus hogares.
Un líder sin un plan establecido o dubitativo puede llevar al ocaso a su nación. Los liderazgos se construyen, y justamente en tiempos de crisis ocupando el rol de llevar adelante a su nación ante cualquier escenario.
El primer ejercicio será establecer una meta realista por alcanzar; acciones concretas en los temas urgentes que son consecuencia de la crisis; contar con los recursos necesarios para afrontar la problemática; un plan para comunicar los avances hacia la meta; asignar tareas a cada uno de los interesados en el bien del país, buscar ayuda en los temas que no se dominan y; por último, entendiendo que la política tiene una ponderación en las percepciones, el líder debe mostrarse preparado para llevar al país a un puerto seguro.
Un buen líder tiene que tener la capacidad de pensar, escuchar, hacer, medir, comunicar y volver a hacer.
Son tantas las necesidades del país que las pequeñas victorias hay que celebrarlas para seguir avanzando. (O)