Estamos de fiesta por el aniversario 487 de la fundación de Guayaquil y me entra un karma que no les cuento. Una especie de guayaquileñismo, un delirio ísmico que me guayaquea.

¡Es que se armó la plena, ñaños! Que si separatismo, que si centralismo, que si federalismo. En pleno paro le hicieron influjo de género al Bigotón: “¡Habla, varón!”, le influjeron. Y el man se puso mosca con eso de que Guayas le pasa un buen billuzo al burocratismo y lagarto que traga no vomita, creo que dijo. Pura ley del embudo. Y el matemático confirmó que así mismo era. Tonces, yo me la saco, veterano; es que todos somos Olmedo. O sea, hay que decidir ser o no ser autónomos de nosotros mismos, yendo suave. Pero bróders, si no nos ponemos pilas, ¡suaz que nos pica el pavo!

Yo le he visto a don Guille bien triqueado con esto de gobernar. Que era a vaca, creía, puro desenfado tropical. Que si la Asamblea, que si el Bigotón, que si el Mashi, que si la Conaie, que si los 15 millones del paro fueron 20 o al revés, que le vale cien atados. ¿Será que sigue mosqueado con el trío conspirador o es que la cosa se está poniendo cara “e pescao”?

Habrá que preguntarle a los del tin tan, ya que, si la bola es cierta, púchica, estamos fritos. Quizá haya que darle piola nomás a don Iza, porque en junio se le desbordó el inconsciente con los quiteños de bien y les advirtió: “Fuimos nosotros quienes pusimos las balas; perdón, el pecho a las balas”. Caramba, es de mi pensar que, si nos lanza acá algún conjuro, ¡nos mariateguiza!

¡Qué salado, don Guille! Tan bien que tenía hechos los cuadritos y ¡vaya ahí!, puro relajo. Es que hay gente muy sapa. Uno nunca sabe si alguien se te cruzetea y te vuelve una molécula disipada y sin estallido, que es peor, parece.

En la Asamblea, el cortanota del presidente, alias Araña, trepa que da miedo. Avispado el man, se la fajó a la Llori y una jueza la mandó por la sombrita. Ahora tocará ver si se lo bajan y suben a la Barbie socialista o al dardito rebelde, o quién sabe, hasta al novio de la piscina o al baby Torres. Me huele que esa movida viene con piola. Pura vaina medio trucha.

Ya les digo, locos, ya nadie sabe quién se baraja a quién el día después y, como en la película, no va a quedar es nadie. Todos son caretuco, pura payasada. Ustedes no coman cuento y a mí no me metan en la colada, porque de ley que le hacen trozo a mi narrativa y me echan encima un denunciólogo.

Y hablando serio, panas, ya en familia, la cosa anda color de hormiga por la Perla, muy atroz. Los choros se aceleran y andan cabrinis con los chiros. Puro lleve, nomás. Y la colorada, que no es con ella, aclara. Que es algo de la competencia o de la incompetencia, ya no sé. Lo que pasa es que los pepudos de por aquí están rayados. ¡Haaarta demencia!

Nos quieren ver la cara de giles, pero ustedes saben lo que dijo León. Así que naa, vamos pa’ delante mi pipol linda, a ponerle ñeque a la vida. Así somos los guayacos: determinados, puro camello, un par de bielas, la oración a Narcisita, porsiaca un temblorcito, y eso es todo, mejor dicho, porque así es cuando sucede.

¡Y que viva Guayaquil! ¡Arriba esas palmas! (O)