Los que han cuestionado en EE.UU. lo errático que aparecen las políticas de Trump, sobre todo en aranceles y otras condiciones de intercambio de bienes y servicios, sus propuestas tributarias y órdenes ejecutivas, las han bautizado como de estrategia TACO, acrónimo de la expresión Trump Always Chickens Out, que significa, en forma figurativa, que Trump se acobarda y da marcha atrás. Yo no creo que se acobarda, sino que es su forma de actuar, sin admitir falta de información, errores o desproporciones en lo que inicialmente ordena.

No solo es Trump que aplica esta estrategia, se está haciendo una práctica para que una vez modificada o suspendida una decisión o propuesta que pareciera extrema, se orienta la situación hacia una nueva versión o decisión atenuada o diferida.

La gran pelea

En cuanto a Estados Unidos, es cierto que se estaría ante un déficit fiscal sin precedentes. La vía de tributos de solo vigencia temporal, traslada el problema para próximos periodos de gobierno, una versión en términos sofisticados de “pan para hoy y hambre para mañana”, pero también habrá “hambre para hoy”, porque el “pan para hoy” se acumula en sectores escogidos por los que deciden, quizás dejando que solo caigan migajas.

Los primeros recortes en EE. UU. se anunciaron sobre el gasto social, en programas de salud y educación, exacerbando los reclamos de los más pobres –con el argumento, seguramente en parte cierto de que hay beneficiarios con fraude en la entrega de la información, entre otros–, pero se incrementaron financiamientos para subsidios en otros órdenes. En tributos, al Ecuador le debe importar la política arancelaria en que ya está trabajando el Gobierno, así como el impuesto a las remesas por las que sobreviven miles de familiares de ecuatorianos que las envían.

Al filo de la Tercera Guerra Mundial

Ante la denuncia de Elon Musk, que renunciaba a seguir dirigiendo la unidad creada por Trump, pedida por él y para él, con acceso a toda información del Estado, denominada Departamento de Eficiencia Gubernamental, porque se estaba incrementando el gasto fiscal con el proyecto de ley de reforma tributaria presentado por Trump, calificándola de “abominación repugnante” –para Trump, que recibió de Musk $ 277 millones, cuando la campaña republicana del 2024, es una ley “grande y hermosa”–, los dos se fueron de lengua, Trump señaló que son miles de millones de dólares de apoyos que reciben las empresas de Musk, por lo que quitárselos bajaría el gasto federal, pero solo amenaza. Musk lo tachó de ingrato e hizo referencia a un cuestionamiento de años atrás de supuesta relación de Trump con Epstein, multimillonario que se habría suicidado –o le dieron suicidando– cuando se evidenció que comercializaba para la prostitución a menores de edad. Se multiplicaron los intermediarios para que los dos bajen la virulencia, la respuesta de Musk en X, ante el pedido de que se disculpe ante Trump es “¿De qué me disculparía exactamente? (...) Me disculparé tan pronto como haya una copia completa de los archivos de Epstein”, remarcando que puede evidenciarse el nexo entre el mandatario y Epstein.

Choque de egos, en que los costos económicos y éticos se cargan al resto del mundo. (O)