Hemos oído esta semana que en nuestro Ecuador hay un lugar que se llama Boca de Lobo. Así traducen algunos la voz quichua Simiátug, que en realidad significa “boca de zorro”, puesto que en América del Sur no hay lobos, sino varias especies de zorros, a los que se les llama equivocadamente “lobos”. Simiátug es una parroquia de la provincia de Bolívar. Cuando la visité, hace como una década, me pareció un pueblo bonito, en medio de una bella zona natural, ojalá podamos hablar de esto en otra ocasión, ya que lo merece. Este nombre saltó en estos días a los titulares de prensa porque en esos parajes se produjo un trágico accidente de tránsito que ocasionó veinte muertos. Nada menos.
“En la boca de lobo” es un decir castellano que equivale a meterse o estar en un sitio oscuro, en un callejón sin salida o en una situación peligrosa. Así se puede afirmar válidamente que el Gobierno, o la clase política o la república están en la boca de lobo. El estado en el que nos encontramos permite asociar en una nota editorial, la circunstancia política con el triste evento en el que perdieron la vida dos decenas de personas pobres. Ambos son resultados de una sociedad que ha perdido el rumbo, los estribos, la rienda y galopa extraviada en una resbalosa pendiente nocturna. Si no podemos controlar a los conductores de vehículos, que aquí son desaprensivos, agresivos, tramposos y desinformados, pero que generalmente no van de mala fe; menos vamos a sujetar a los poderosos grupos criminales cuyo propósito esencial es dañar al prójimo.
Las altas tasas de accidentes de tránsito y de homicidios convierten a la vida diaria de los habitantes de este país en una aventura azarosa. Por eso, todas las mediciones establecen que la “inseguridad” es la principal preocupación de los ciudadanos. En el último referéndum la única pregunta relativa a este crucial interés era la aprobación de la presencia de bases militares extranjeras, la carta fuerte, sin embargo, desde la propia Presidencia se encargaron de dinamitarla, al anunciar que podía estar en las Galápagos. Ese tema es intocable para los ecuatorianos... la imagen de grandes aeronaves entrando y saliendo de islas, más la presencia de algunos millares de soldados foráneos, en una región que se supone debe conservarse prístina, cundió en la imaginación popular, azuzada por grupos díscolos que siempre dan la contra a todo. Y halando de ese hilo, destejieron todo el tapete. Las dos otras preguntas tenían una vaga aceptación dado el desprestigio de los políticos, pero no eran de mayor peso en ningún sentido.
En cambio, los analistas a lo mejor pueden explicar cuáles fueron las razones por las que en la consulta popular se rechazó masivamente la convocatoria a una asamblea constituyente. Era una oportunidad que no se repetirá en largo tiempo para cambiar la carta de Montecristi llena de errores y absurdos, por un estatuto más racional. La Constitución de 2008 y las leyes afectadas por su influjo han sido un eficaz instrumento en manos de los GDO para aterrorizar a la nación. Todos los políticos pecaron de omisión al no jugarse apoyar a esta transformación. Nos hundimos más y más en la boca del lobo. (O)