En los avatares que tenemos en este precioso país, que a lo único que me atrevo a criticar es nuestra somnolencia social, hoy se suma una nueva aventura, la experticia para señalar y afirmar lo que a duras penas conocemos, aplaudimos cual circo romano que el Ejecutivo se inmiscuya en el ejercicio del derecho, cuando a duras penas tenemos claro cuál es la infracción que cometemos cuando nos pasamos el rojo, porque sí, somos unos bacanes para salir impunes cuando el ‘yo’ es primero.

Cuando a la justicia, que ya está gravemente herida de por sí, se le da un golpe certero en la cabeza, inevitablemente va caer arrodillada ante las pasiones del caos y el anarquismo, cuando vemos casi sonrientes como a un ser humano que es hijo, esposo, padre, que sintió la vocación de ejercer justicia en este país, lo dilapidan públicamente porque no nos gustó su dictamen, sin importar si es analizado, contrastado, en igualdad de condiciones, respetando el debido proceso, las garantías judiciales, y solamente no nos gustó, porque aquel que comenta en la televisión o es el influencer de Twitter, que con suerte tiene algún título universitario, se le ocurrió decir que no le gusta la decisión del juez, porque así su honorable hígado lo dictamina, es entonces cuando debemos apagar las luces y dejar que todo se vaya al caño.

¿Le parecería a usted correcto exigirle al neurocirujano que haga una cirugía de ablación con láser guiado por resonancia magnética (lo baje de internet) a su familiar, cuando usted es ingeniero civil? Yo creo que no, asimismo, no nos podemos inmiscuir en un proceso judicial, por más que sea el mismo diablo el que está siendo juzgado, y juzgar a los jueces, fiscales y abogados, sin entender como es el proceso, de que vienen las pruebas de cargo y descargo, de cómo es el procedimiento judicial.

Con esto no quiero decir que nos debemos hacer de la vista gorda ante las injusticias y a la cacería desmedida de peces flacos cuando los peces gordos se pasean como grandes padrinos impunemente, la crítica no debe ser dirigida al juez o al fiscal que a duras penas tienen protección, la crítica frontal y decidida debe ser sobre las cortinas de humo que nos distraen de los gobernantes y sus ambiciones desmedidas de poder.

Critiquemos duramente al que se atreve a decir que la justicia no funciona cuando es el primero en romper la ley, señalemos los fraudes que permiten que un país se estanque, señalémonos y critiquémonos nuestra desidia, la cual nos hace escoger un futuro con, nuevamente nuestro honorable hígado, sin entender que aquel futuro debe ser totalmente libre de los afectos o desafectos del que hoy ocupa el poder, sencillamente porque ellos pasan, pero nuestras decisiones finales quedan, y por mucho más tiempo que aquel que hoy tiene poder. Por eso querido lector lo invito a reflexionar sobre donde apuntamos nuestros dardos, así como no nos metemos con desafiar a un ciclista olímpico a una carrera de bicicletas en el barrio, no nos metamos a festejar o analizar las decisiones judiciales que se tomen si no sabemos del derecho y sus instancias de juzgamiento. (O)