El lector conoce la frase “ejercer la dignidad”, refiriéndose a quien ejerce un cargo, ministro, legislador, juez; o una misión, profesión u oficio, sacerdote, médico, abogado, profesor u otra. Lo ideal sería poder agregar la expresión “y la honra”, porque también hay los que las degradan.

Quienes ejercen las dignidades citadas o similares tienen deberes que cumplir y derechos que deben respetárseles, no humillar ni permitir que lo humillen, no actuar como “polillas” que carcomen desde adentro los espacios en que se introducen, o como “alfombra” para tapar “basuras”, sino con eficiencia y franqueza en la coincidencia y en la contradicción, lo que implica transparencia.

Más allá del hecho biológico y de la inscripción en el Registro Civil, hay que saber ser realmente madre, padre, cónyuge o hijo.

Días atrás nos reunimos los de la fraternidad de los graduados en enero de 1960, en el centenario Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, por invitación del presidente Tomás Alarcón Guzmán, y recordábamos cuán consecuentes hemos sido con la dignidad de ser vicentinos.

Más allá de los cargos públicos ejercidos, he sido –por más de cuatro décadas– profesor, desde el nivel escolar hasta el universitario, en el que llegué al rectorado de la Universidad de Guayaquil, por sufragio de todos los estamentos de la comunidad universitaria. Nuestro rector, al inicio de los estudios universitarios, 1960, fue Antonio Parra Velasco, excelencia como maestro y diplomático. De la comunidad universitaria, militante en estudio, en investigación, en rebeldía, de que fui rector, 1994 al 2004, con los años se calló a la universidad, en parte por las reformas que se introdujeron en el gobierno de Correa que acabaron con la autonomía y un real cogobierno.

Estos días he estado en conversación con la revista Hogar, por el premio Mercedes Icaza de Roldós a la mejor deportista 2025, establecido a su muerte (2005) que junto a mujeres destacadas en varios órdenes en el año que se cierra, se decide en diciembre para entregar en marzo 2026. La lista de nominadas, entre las que se designa a las que simbolizarán a las merecedoras del reconocimiento, evidencia a muchas mujeres que honran los espacios en que actúan. Gracias, Rosa Amelia, gracias, Hogar.

En Cataluña, la semana anterior falleció el doctor Joan Antoni Bas, con familia consanguínea en el Ecuador, que trabajando para el grupo catalán AMES, desde fines de los años 50, organizó el mejor laboratorio para la investigación de la pulvimetalurgia, en que a partir de polvos metálicos (de titanio, aceros y otros), que se mezclan, compactan y sintetizan, se logran materiales con alta resistencia para piezas complejas y precisas, entre estas, herramientas para cirugía y prótesis que requieren porosidad, dispositivos de fijación espinal, placas para fracturas y alambres, pasadores y tornillos, implantes y material de injerto, con nueve plantas de producción en el mundo, las mejores en su especialidad https://ames.group/quienes-somos/. El premio anual de investigación del área lleva su nombre.

Pregúntese, querido lector: ¿honro mi hogar, mi profesión y los espacios en que estoy presente? (O)