La presencia de Gabriela Wiener en Quito, del 20 al 25 del presente mes, no debería pasar inadvertida. Se trata de una influyente escritora peruana residente en España, quien vendrá para un evento organizado por la Secretaría de Cultura del Municipio con el apoyo de la Embajada del Perú. Estará a cargo de un taller de escritura familiar, y también presentará su última obra, Huaco retrato, de la editorial Random House. Todo ello ocurrirá en el Centro Cultural Benjamín Carrión.

La visita de Gabriela va a generar interés sobre su obra literaria y también va a aportar al debate público en dos temas. El primero es sobre las diversas estructuras familiares que han venido apareciendo en las últimas décadas. Por ejemplo, dentro de los textos escolares cada vez es más difícil presentar el concepto de familia. Mientras que antes se la presentaba como padre, madre, e hijos; ahora último se ha abierto el debate sobre otras formas que quizás deban incluirse dentro del concepto.

La escritora critica la familia tradicional patriarcal, dando testimonios de su experiencia como niña dentro de una de estas familias. En una entrevista con el diario El País –con el que colabora– manifestó que, durante años, su padre llevó una doble vida como esposo en dos familias paralelas. Como es de esperarse, las relaciones se desarrollaron dentro de un enjambre de mentiras, soslayos y encubrimientos.

La estructura familiar actual de Gabriela consta de cinco miembros, tres adultos (un hombre y dos mujeres) y dos descendientes. Coco de 15 años es ‘hije’ biológico de Jaime Rodríguez y Gabriela, quienes ya van juntos por más de dos décadas. El segundo, Amaru, tiene 5 años y es hijo biológico de Jaime con Rocío Lanchares, quien fue incorporada a la pareja hace 7 años. La escritora peruana mantiene que su familia no está libre de conflictos; pero eso sí, la base fundamental de la relación tripartita es que no hay engaños ni vidas paralelas.

El otro tema de debate, y quizás más importante que el anterior, es que la obra de Gabriela apunta a que el mestizaje en nuestros países no ha sido asimilado. Pone sobre el tapete lo absurdo e infructuoso que resulta el afán de las familias mestizas por desconocer sus vertientes indígenas. Acá cabe citar a un viajero anónimo que se refirió a este tema: “En Lima no hay paraguas porque no llueve, pero parece que tampoco hay espejos, pues la gente no reconoce las facciones indígenas en su propio rostro.”

El apellido de Gabriela, Wiener, de origen austriaco, es engañoso, pues ella misma se reconoce como indígena. “En España les sorprende que de esta cara de huaco pueda salir algo más o menos articulado” declaró a la BBC. Su origen europeo, además de ser mínimo, no es motivo de orgullo, pues proviene de un antepasado que se dedicó a traficar precisamente con los huacos, llevando ilícitamente a Europa estos artefactos incaicos de alto valor.

Al poner en escena a una escritora tan influyente como irreverente, el Municipio de Quito muestra su interés por avanzar temas de fondo, que provocan la reflexión y ayudan a la adaptación a los nuevos escenarios. (O)