Tras el anuncio del gobierno de Daniel Noboa de eliminar el subsidio al diésel. En el país varios personajes se oponen a dicha medida. Y aquello no tendría nada de sorprendente si entre los grupos que cuestionan la medida está el que cuando ejercía el poder también deseó el fin de los subsidios.

No cabe duda de que los años recientes fueron sumamente difíciles para todos: la pandemia, los grupos delincuenciales transnacionales, la migración descontrolada, la sequía prolongada, la crisis energética y la indolencia de los políticos que no generan soluciones fundamentadas son parte de las razones por las que el país se hunde.

Parece que estamos frente a indolentes y con comportamientos de personalidad disociativa. En psicología se define el trastorno de personalidad disociativa como un problema mental, cuando una persona parece tener dos identidades o estados de personalidad en sí.

El trastorno de personalidad disociativa parece sucederles a algunos políticos que, cuando les conviene, aflora una personalidad de defensa a los subsidios; pero, en otro escenario, simplemente se fortalece la versión contraria. Pero la mente humana es un campo desafiante.

Dos películas hacen puente entre la complejidad de la mente humana y los trastornos de personalidad: Fragmentado (2016) y Glass (2019). Y si este domingo están aburridos, pueden desempolvar esas tramas cinematográficas, y seguramente coincidirán en que la perversidad de los personajes se asimila a la de algunos políticos.

En la película titulada Fragmentado (2016) el protagonista encarna a un hombre que secuestra a tres adolescentes. Las tres adolescentes son víctimas como lo son quienes por el bloqueo de las vías no pueden llegar a sus destinos, o la gente que está impedida de trabajar.

Otra película que fantasea con la complejidad de la mente humana es Glass (2019), en aquella película, la villana no se evidencia sino hasta el final de la trama. Al igual que en Glass algunos villanos obran desde el margen y empujan a otros con problemas mentales y falta de conciencia a actuar contra el país y su gente.

Una persona con trastorno disociativo de personalidad sufre porque experimenta estados de sentir, pensar o procesar que son distintos. Además, sufren de amnesia y olvidan algunos hechos. Y como consecuencia de todo lo anterior, igualmente genera malentendidos, estigmatización e inestabilidad. Y cuando escribo estas líneas me parece que se refleja plenamente a ciertos políticos que hoy defienden los subsidios, cuando antes también deseaban que desaparecieran.

Pero quizá ese comportamiento no es producto de un padecimiento mental, sino que es un comportamiento premeditado, y que puede leerse como la vivencia de un doble estándar o como se dice en Ecuador una simple “viveza criolla”. Que se expresa en que se juzga de manera discrecional según las conveniencias particulares y no en función del bien común.

Ojalá el pueblo recuerde y condene a quienes tienen discursos contradictorios y que acomodan sus versiones según su conveniencia. Es hora de dejar de estar fragmentados y unir fuerzas por el país. (O)