El refrán explicaría que los bueyes, pese a su tamaño y cuernos, no pelean entre sí. Según el entendido del pueblo argentino, hay quienes se aprovechan en grupo de una situación beneficiosa lograda mediante procedimientos poco claros, pero que se cuidan de ocultar las malas artes de sus miembros.

La evasión, fuga, escape o salida fácil de la Embajada de Argentina en Quito de María de los Ángeles Duarte y comunicada oficialmente tres días después, cuando ella ya se encontraba en Caracas, “haciendo trámites administrativos” en la Embajada de Argentina en esa ciudad, constituye un episodio de una historia no contada en detalles, pero que por ahora calza en el refrán.

Dudas tras la fuga de María Duarte

El exembajador argentino Gabriel Fuks y otros subalternos de la embajada en Quito habrían contribuido en la fuga de la exministra Duarte, condenada por corrupción a ocho años de prisión. Fuks nunca fue diplomático de carrera, pero se ha identificado como dirigente político peronista. Fue legislador y secretario de Seguridad del presidente Alberto Fernández. Por su cercanía con Fernández y la experiencia de Fuks en su último cargo, no parece coincidencia la fácil fuga de Duarte. Su nombramiento de embajador en Ecuador en 2022 debió tener una consigna nada “diplomática” en torno al asilo concedido a Duarte, que incluyó su riesgo de “quemarse” y la inspiración de que el fin justifica los medios…

En la huida, Duarte habría utilizado un vehículo de la embajada argentina. Y, cuando la Policía pidió a Fuks las cámaras de seguridad de su residencia, se negó a entregarlas; después dijo que no había cámaras en el interior, y luego, que sí, pero dañadas. Esto avivó la sospecha de que Fuks intervino en el concierto de la huida. El canciller Juan Carlos Holguín informó a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea que pudo haber “complicidad” de oficiales de la embajada argentina. El ministro del Interior, Juan Zapata, ante la misma comisión confirmó que, días antes, un funcionario de la embajada pidió retirar el patrullero policial que custodiaba la residencia del embajador Fuks.

María de los Ángeles Duarte está en Caracas, según el Gobierno argentino

A la vista de los hechos, la declaratoria de persona no grata de Fuks y la solicitud de su retiro no fue desmesurada. Tanto que congresistas argentinos de Juntos por el Cambio pidieron explicaciones al canciller Santiago Cafiero sobre la fuga de la exministra Duarte, quien fue “… investigada, juzgada y sentenciada por los más altos tribunales del país” por un delito (de corrupción) en el que “… el expresidente Rafael Correa también (está) condenado, (y) que tuvo como una de sus principales protagonistas a la entonces ministra de Transporte y Obras Públicas”. Los legisladores recordaron que “las convenciones que norman el asilo diplomático excluyen la posibilidad de conceder asilo a personas condenadas por delitos comunes”.

Cabría señalar que en la escandalosa concesión del asilo y fuga primó la colaboración de la ideología compartida por Fernández y Correa. El argentino evidenció tal simbiosis con el estribillo correísta en la reciente comunicación al presidente Lasso: “(Lamento que) en Ecuador la justicia se haya puesto al servicio de quienes persiguen opositores”. (O)