Por Richard Salazar Medina


Muchos especulan hacia dónde irá el voto indígena en el balotaje presidencial. Hablan cual si se tratara de un bloque macizo y homogéneo. Parten de ideas preconcebidas, calificando además a los indígenas como violentos, intransigentes, y una larga lista de epítetos que muestran, sin medias tintas, el profundo racismo del país.

Ello demuestra también el enorme desconocimiento sobre los pueblos indígenas y su realidad. Así, se piensa que si el excandidato de Pachakutik Yaku Pérez o el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, manifiestan su apoyo por Arauz, Lasso o el voto nulo, todos votarán en ese sentido. Nada más alejado de la realidad. Hay que entender que la Conaie es ciertamente una gran organización indígena, pero no la única. Hay otras igualmente importantes: Fenocin, Feine y más. En ellas existen tendencias y divisiones, como en cualquier organización social del mundo. Ni los indígenas son todos marxistas, mariateguistas, alfaristas o correístas, ni son todos de izquierda, de centro o de derecha. Hay líderes indígenas seguidores del Che, al tiempo que han pugnado por la candidatura a la Vicepresidencia con Lasso, como el alcalde de Cotacachi, Auki Tituaña.

Hay además otras nociones básicas. Existen catorce nacionalidades indígenas y dentro de cada una, diversidad de posturas, intereses y aspiraciones, como en cualquier grupo humano. Pensar que los indígenas no tienen diversidad de pensamiento es ciertamente una ingenuidad racista.

Todos los pueblos indígenas comparten la condición de exclusión y la gran mayoría votará por quien sientan que les ayudará a superar esas circunstancias.

La primera vuelta es muestra de ello. La Conaie estaba fuertemente fraccionada. Es evidente que la mayoría de votos de sus confederados se habrán dividido entre los tres primeros: Arauz, Lasso y Pérez. Y la mayoría de los votantes de Yaku no fueron indígenas, por lo cual su empate técnico con Lasso es enormemente trascendente.

En 2017 Paco Moncayo –exalcalde de Quito y héroe del Cenepa– en coalición entre ID, Pachakutik y Unidad Popular llegó al 6,7% de votación. Esto da la medida del logro de Pérez, haya o no llegado a la segunda vuelta. Por cierto, hay que recordar que Pachakutik no es un partido solo de indígenas; de ahí han salido políticos como Augusto Barrera, Antonio Ricaurte, Fernando Cordero, Doris Soliz, entre otros.

La votación del segmento indígena no es despreciable desde luego, pero la mayor parte de votos en disputa está en el 30% de no indígenas que votaron por Yaku Pérez y por Xavier Hervas, y el 12% de votantes que eligieron entre la docena de candidatos restantes.

La radiografía política del Ecuador ha cambiado inevitablemente. Ya no tiene el sello de la vieja partidocracia, de forajidos, ni siquiera del correísmo que, pese a sus ofertas imposibles (mil dólares por voto), no convenció a dos tercios del país. Ojalá el resultado del balotaje no represente un agujero negro hacia el pasado autoritario tan reciente ni hacia una suerte de neoelitismo, en una sociedad harta de prácticas de ciudadanos vip. (O)