Actualmente se discute acerca de eliminar el descuento al diésel que el Gobierno da a sectores productivos exportadores no petroleros. En estas líneas ilustro, con base en fuentes públicas (Fedexport, BCE y CNP principalmente), el impacto de este incentivo, los efectos que tendría quitarlo y pido innovar la visión al respecto.
El sector exportador es un generador creciente de empleo para los ecuatorianos. Solo en el 2020, año en que se tuvo que legalizar condiciones de despido no previstas en la legislación ecuatoriana para evitar la quiebra de millares de empresas, el sector exportador generó 133.000 nuevos empleos. A la fecha, las exportaciones no petroleras serían la fuente de 1,4 millones de empleos para los ecuatorianos.
La calidad del diésel prémium mejora y ya tiene menor contenido de azufre, aunque aún no llega a niveles Euro V
De enero a julio del 2022, las exportaciones de los sectores acuícola y pesquero fueron el 52 % de los $ 10.574 millones que sumaron las exportaciones no petroleras y no mineras. Ambos sectores compiten con exportadores de otros países que tienen menores costos, acuerdos de comercio y subsidios. El sector atunero ecuatoriano compite contra flotas altamente subsidiadas por sus gobiernos. Hoy, su flota pesca el 6 % de la captura mundial anual del atún, mientras recibe el 0,8 % del total que los gobiernos subsidian el combustible a las flotas pesqueras de sus países. Si baja el alto precio del petróleo, el aporte del Gobierno nacional disminuirá.
Que, desde hoy, nuestros líderes sepan mirar y decidir más allá de ideologías, prejuicios y presiones de grupos de interés.
Ecuador consume 1.384 millones de galones de diésel al año. Todos subsidiados por el Gobierno nacional. De estos, 38 millones de galones (el 2,8 %) son para la flota atunera. Eliminar este apoyo es una necesidad fiscal que no debe empezar por este 2,8 % de galones que contribuyen a generar unos 30.000 empleos directos. ¿Decisivo? Sí. En el sector pesquero, el gasto en combustible pesa más en los costos que en los otros sectores que consumen diésel (automotor, industrial, petrolero, generación de energía, etc.) y el exportador de atún no puede trasladar tal incremento de costos al consumidor.
En este contexto, la productividad y la innovación deben seguir siendo condición obligatoria para permanecer en la competencia empresarial; así como los subsidios, incentivos temporales con claro beneficio colectivo. Pero hay que reconocer, con pragmatismo, los factores clave para el éxito de nuestras cadenas de suministros exportadoras ante sus competidores internacionales. Que estos sean la base para acuerdos sectoriales con estrategias competitivas de largo aliento para cada cadena. Que aseguren el empleo hasta ahora generado, propicien el crecimiento de las exportaciones y generen mayor poder negociador para los exportadores ecuatorianos en el contexto internacional.
Que, desde hoy, nuestros líderes sepan mirar y decidir más allá de ideologías, prejuicios y presiones de grupos de interés. Que, por fin, hagan de la inexorable globalización de las economías una oportunidad de progreso social, proyectando más empresas ecuatorianas hacia el éxito global, mediante una mezcla ingeniosa de roles, incentivos y sanciones. Que el ganador de este debate sea el aumento del empleo de los ecuatorianos. (O)