Hay una corriente política en Latinoamérica que escuda su verdadera intención detrás de un discurso social que tiene a la población distraída discutiendo lo bueno y lo malo de la derecha y de la izquierda; mientras ellos mantienen secuestrados a pueblos enteros. El pueblo cubano lleva más de 50 años en manos de militares que no sueltan el poder. Su gente está empobrecida, desesperanzada y a sus gobernantes eso les tiene sin cuidado. Ese es un gobierno opresor, inhumano, sin ninguna sensibilidad hacia su pueblo. Llenos de orgullo y de dinero ajeno. Es curioso que aun identificándose con una ideología social de izquierda, en la práctica en la isla se vive como en una hacienda de la época de la esclavitud; donde hay un capataz dueño de la tierra, lleno de privilegios que los disfrutan junto a sus más cercanos colaboradores, mientras el resto vive una vida de esclavos. La élite del Gobierno cubano en la realidad es la extrema derecha detrás de un disfraz de extrema izquierda.

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De ese modelo de poder infinito se enamoró Chávez, y destruyó a Venezuela. Un país que tenía muchas inequidades, lleno de problemas, pero que nunca antes tuvo el éxodo masivo que ha tenido en la última década. Eso ni le interesa a Maduro. Él duerme tranquilo. Lo único que lo tiene motivado es seguir gozando hasta el último minuto de su vida de todos los privilegios de la riqueza venezolana. De la Venezuela que recordamos de los años ochenta, con sus artistas, su música, sus producciones de televisión, su pueblo orgulloso, no queda nada más que la pobreza que ya existía, pero ahora multiplicada.

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Las ideologías son ideas hechas cultos. Nuestros pueblos no necesitan necedades. Necesitamos erradicar la delincuencia...

Lo que esta línea política busca es simplemente apoderarse de los países que se lo permiten. Dando pasos firmes hasta alcanzar el nivel de poder que les permita llegar al punto desde donde logran inhabilitar la voluntad popular. Sus frases de izquierda son solo un discurso que escogieron para alcanzar su verdadera intención, que es ser dueños y señores de todo. Nunca confíen en un político que alabe al Gobierno cubano o al venezolano. Esos amores son intenciones. Hablarán de los ricos que ganan mucho, que los pobres siguen pobres, culparán a los gringos por sus bloqueos, harán de todo para desviar la mirada a lo que en la práctica sucede. Ellos cumplen décadas en sus puestos sin ruborizarse. Cuando aquí escucho a un grupo que se autodefine como un proyecto político, nos está diciendo claramente su objetivo. Quieren tomar las riendas de este país para nunca más soltarlo. Se visualizan subidos de pie en un jeep militar, rodando lentamente, acompañados de escoltas a caballo, todos en postura militar. Eso les encanta. Sentirse omnipotentes. Si no fuera por la política, en la vida privada nunca hubieran conseguido tantas satisfacciones a sus egos.

Las ideologías son ideas hechas cultos. Nuestros pueblos no necesitan necedades. Necesitamos erradicar la delincuencia de la calle, aniquilar la abominable corrupción de los escritorios, invertir todo lo que cueste en educación y en salud, y con el resto hacer obras de infraestructura. No importa bajo qué discurso. Eso es todo lo que necesitamos. (O)