El señor presidente de la República, Guillermo Lasso, mediante decretos ejecutivo cambió por tercera vez, en menos de un año, al ministro de Defensa, al jefe del Comando Conjunto, a comandantes del Ejército y Aviación, sin mencionar las causas de estos repentinos cambios; emite un mensaje de desorientación en la elección de estos funcionarios y un débil asesoramiento para el manejo de las Fuerzas Armadas. ¿Quién estará evaluando o influyendo en estos cambios? Ojalá no sean asesores militares politizados, civiles formados en finanzas bancarias o algún camaleón con espíritu de “revolución ciudadana”.

La Constitución, art. 147-9, faculta al presidente a nombrar y remover los ministros de Estado, entre ellos el de Defensa; numeral 16, ejercer la “máxima autoridad de las Fuerzas Armadas” y de la Policía Nacional, designar al alto mando militar y policial, pero debe hacerlo fundamentado en perfiles que le permitan tener asesores confiables. No encuentro escrita la frase militar de “Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas”, que fascinó también a otros presidentes, usada cuando hay problemas, para persuadir de que comanda directamente la fuerza militar.

¿Quién estará influyendo en estos cambios? Ojalá no sean asesores militares politizados o un camaleón con espíritu de RC.

Nuestro país atraviesa un aumento intenso de actividades delictivas sangrientas relacionadas con el narcotráfico; los actores es posible que estén infiltrados en todo el Estado; las fuerzas del orden no son la excepción, por lo que el control sobrepasa su capacidad, a pesar de que el presidente declaró “estado de excepción” en tres provincias y toque de queda en parroquias específicas de Guayaquil y Durán, disponiendo que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, en forma coordinada, ejecuten controles perimetrales, operativos especiales e investigación proactiva, a fin de disminuir la inseguridad y proteger la vida de los ciudadanos.

Una nube obscura nos acecha: encierra casos de narcotráfico; caída de una aeronave policial en Esmeraldas cuando transportaba una persona privada de la libertad, de alta peligrosidad, a quien lo custodiaba un general de la Policía, situación anormal; daño posiblemente por sabotaje del radar de control aéreo de Montecristi; asesinatos de personas relacionadas con el narcotráfico, inclusive abogados defensores; habeas corpus del exvicepresidente Jorge Glas, jefes de unas bandas y otros; captación ilegal de dinero, como el de Don Naza, Don Dieguito o Don Marquito, ¿cuántos señores benefactores habrá?

En medio de esta telaraña de sucesos conexos o no, el presidente manifestó que visitará Israel para incrementar en la capacitación de militares y policías tácticas de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Es necesario considerar los niveles: político y decisión del presidente; político-estratégico, del ministro de Defensa; estratégico, del jefe del Comando Conjunto; operacional, de los comandantes generales del Ejército, Marina y Aviación; y táctico en territorio.

¿Qué hace el sistema de inteligencia del Estado?, ¿no será de capacitar a sus agentes?, condición sine qua non para el éxito de cualquier plan operativo. Las instituciones deben depurar sus filas ¡ya!; si no, el narco las conquistará. (O)