Según el CNE, 10’765.065 personas vieron el llamado debate presidencial el pasado domingo, 23 de marzo. Y la pregunta más común ha sido: ¿quién lo ganó? Pocos han inquirido sobre quién lo perdió. A nuestro juicio, la respuesta sería el pueblo, porque el objetivo del mismo, entendemos, es que los electores se enteren de los planes que los candidatos tienen para sacarnos del marasmo en el que nos encontramos en los cinco ejes que propusieron los organizadores, sobre educación, salud y seguridad social, seguridad y criminalidad, economía y empleo; y, gobernabilidad. Quizás, información sobre esto es lo que menos hubo, en contraposición a los ataques personales que se dieron con mucha agresividad de parte de uno de los “contrincantes” y que no interesan a quienes sufren los embates de la pobreza, la violencia, la inseguridad, el desempleo, las enfermedades, etc. Tanto así que, nos parece que este supuesto “debate” no debió darse en un set de televisión sino más bien en un , donde uno de los boxeadores buscaba noquear al otro a como dé lugar, sin importar las armas.