En los últimos siete meses, el país se ha visto envuelto en una serie de incidentes carcelarios, fugas, amotinamientos simultáneos muy bien planificados y luchas violenta de grupos intentando encontrar un liderazgo delictivo al interior de los centros carcelarios, cuyo resultado son alrededor de 100 personas privadas de la libertad (PPL) muertas. En realidad, lo que sucede es que no hemos aprendido las lecciones que dejaron estos incidentes y muchos anteriores, seguimos viendo solo la punta del iceberg, es decir lo que ya sabemos, esto es que hay un negocio clandestino de armas, consumo y venta de droga, falta de guías penitenciarios y los que hay están mal formados, falta de recursos económicos, sistema judicial no adecuado a la situación real de las cárceles, etcétera.
En este iceberg de crisis carcelaria en el Ecuador solo vemos los efectos indicados anteriormente, pero lo que está debajo del iceberg que son las causas que generan estos efectos, no son analizados en profundidad ni manejados como una crisis interinstitucional, tampoco se realiza una apreciación política estratégica con la participación integral de todos los frentes de acción del Estado como son el interno, externo, militar y económico, donde se realicen análisis profundos con relación a la penetración de los carteles del narcotráfico en el país como productores y comercializadores de la droga; control de fronteras con una adecuada capacidad operativa militar, definición oportuna de políticas de Estado, estrategias y planes prácticos y alineados; implementación de un sistema judicial acorde a la situación carcelaria actual; elaboración de planes orientados a la formación en valores, académica, operativa y de inteligencia del cuerpo de guías penitenciarios; reingeniería del personal de la alta dirección, operativa y administrativa actual; y otros.
Esta punta del iceberg nos hace ver cosas insólitas, como la elaboración de videos realizados por los PPL, debidamente planificados, con escenarios que reflejan poder, unidad, con un mensaje de ser personas pacíficas y con empleo de internet del centro carcelario sin restricciones, es decir videos al mejor estilo de una campaña política. Los ecuatorianos nos preguntamos, quién tiene el control al interior del recinto carcelario; de las normas de comportamiento; se permite el uso indiscriminado de la internet; quién autoriza la formación ordenada que dará el marco perfecto para la elaboración del video y envío del mensaje; son tantas las interrogantes que tenemos, que nos llevan a pensar: serán cuatro pelagatos los que hacen temblar al país, o es que las cárceles en el Ecuador han perdido el norte verdadero y navegan a la deriva a vista y paciencia de los gobiernos de turno.
La parte del iceberg que está debajo del agua esconde que el problema es muy complejo porque, por un lado, los políticos se sienten obligados a atender los reclamos ciudadanos de más seguridad y prisión, pero por otra parte la prisión se ha agotado como mecanismo de solución de la criminalidad: ni siquiera detiene los delitos; los delitos cometidos fuera de la prisión son organizados desde su interior. La solución demanda un urgente manejo de crisis que permita identificar, proteger y neutralizar las vulnerabilidades propias; y levantar escenarios de posibles crisis con el fin de planificar adecuadamente y tener respuestas preplaneadas y en forma anticipada.
Seguir haciendo lo mismo de siempre y quejándonos de lo que no tenemos, es sinónimo de ser mediocres y de carecer de voluntad para cambiar. Usemos lo que tenemos muchos ecuatorianos y que no cuestan mucho, como son: lápiz, papel y masa gris para revertir la crisis carcelaria. (O)