El domingo 16 de noviembre próximo será un día trascendente de definición en las urnas sobre tres reformas constitucionales importantes y la convocatoria a una asamblea constituyente para elaborar un nuevo texto de constitución y cambiar a la actual, que ha sido un obstáculo para el desarrollo y la seguridad.

Los 13′900.000 ecuatorianos electores que están habilitados para sufragar tendrán la oportunidad, de manera libre, pero informada y responsable, de pronunciarse en las urnas en un momento decisivo para el país, que requiere cambios estructurales, el fortalecimiento de la defensa y seguridad interna y una reforma política profunda.

Las preguntas de reformas parciales a la Constitución tienen su importancia y, de aprobarse, facilitarán la ayuda militar extranjera en bases ecuatorianas, que se torna fundamental cuando el país vive en medio de un conflicto armado interno y en guerra contra los grupos delincuenciales organizados, el narcotráfico, la minería ilegal y los aliados de la narcopolítica. Si estos males son transnacionales, ¿por qué no lograr la unidad y la ayuda internacional?

La segunda y tercera preguntas se relacionan con la reforma política, incompleta aunque no soluciona el problema de fondo, pero necesaria, para reducir el número de asambleístas de 151 a 73 y poner fin al financiamiento del Estado a las organizaciones políticas que hoy proliferan (233 registradas a nivel nacional, provincial, cantonal y parroquial) y que se han prostituido.

La cuarta pregunta se refiere a la posibilidad de que se convoque a una asamblea constituyente para que elabore el nuevo texto constitucional y reemplace a la actual, aprobada en el 2008 en Montecristi y que ha sido nefasta por la serie de distorsiones y hasta contradicciones que se establecieron, la creación de cinco funciones del Estado, con un modelo copiado de la dictadura oprobiosa que sufre Venezuela.

El pueblo ecuatoriano tiene su responsabilidad de decidir libremente en las urnas, pero de manera informada, y pronunciarse sobre las cuatro preguntas, mientras existen actores políticos contradictorios y oportunistas, que siempre aparecen y buscan oponerse, a menos que logren el poder o simplemente patrocinan el caos y la desestabilización.

Contradictorios y oportunistas porque hacen campaña por el ‘no’, pero algunos de ellos han anunciado que, si gana la consulta para la constituyente, aspiran a ser candidatos a ella. Es decir, dicen ‘no’ pero a la vez ‘sí’ al pretender beneficiarse de algo en lo que no creen, aunque fueron los directos responsables de la cuestionada Constitución de Montecristi y de la actual crisis institucional.

La unidad nacional se torna necesaria frente a un problema común, como es la inseguridad y la violencia, y los electores tienen la responsabilidad de pronunciarse por los cambios que requiere el país en materia de seguridad y defensa, la necesaria y urgente reforma política y el retorno a un sistema lógico de las tres funciones del Estado, y no como hoy, con un Consejo de Participación Ciudadana que solo ha servido al poder de turno para tomarse los organismos de control y tapar la corrupción, y una Función de Transparencia que debiera ser el eje de todas las funciones del Estado. (O)