Ayer 21 de junio, en la sala principal del Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas, se desarrolló un acto solemne de recordación y homenaje al ingeniero agrónomo con motivo de celebrarse el día señalado por sus líderes para rendirles homenaje, evocando el glorioso paro por justas reivindicaciones, oficializado luego por el organismo matriz que los congrega, el Colegio Nacional o Conia. Tuvo como número central la exaltación y agradecimiento a los agrónomos que se han destacado en diversas facetas agrarias, en especial al ingeniero agrónomo Augusto Bueno Cifuentes por sus fructíferos 60 años de entrega profesional al sector y a la formación de nuevos colegas como profesor y decano universitario, es un claro ejemplo para las futuras generaciones de agrónomos.

Agroexportaciones, en riesgo inminente

Por feliz coincidencia, antes, el 18 de este mes, la Asociación de Industrias de Protección de Cultivos y Salud Animal (Apcsa), también rindió pleitesías a “quienes, con su compromiso, trayectoria y aporte, han contribuido significativamente al desarrollo del sector agropecuario del Ecuador”, con singular énfasis para quienes desde muy jóvenes y por muchos años prestaron su contingente en distintas empresas industriales que han entregado, y lo siguen haciendo, investigaciones y productos para superar obstáculos en cultivos y ganaderías, siempre con gran cuidado en la preservación ambiental. El acto, dirigido por su presidente, Dr. Víctor Hugo Quimí Arce, y su gerente, Ing. Juan González Sánchez, estuvo saturado de emociones sin par, al exaltarse a los ya fallecidos, cuyas esposas, hijos o nietos recibieron conmovedoras placas perennizando el talento, esfuerzo y gratitud para los pioneros que dieron lumbre a la noble actividad.

Estas iniciativas ennoblecen el honroso ejercicio profesional, responsable y duro para producir alimentos para derrotar el hambre y deparando bienestar a las familias que laboran en el agro. Bien ha expresado el gran agrarista norteamericano Wender Berry, como tratadista de la revaloración agraria, hoy minimizada, al sustentar que “no importa que tan urbana sea nuestra vida, nuestro cuerpo siempre dependerá de la agricultura”, complementando su pensamiento al decir “comer es un acto agrícola”, cuya sustentabilidad en gran medida es responsabilidad del trabajo campesino en un ambiente de respeto a la naturaleza en busca de la rentabilidad de los cultivos, mucho más necesario y urgente en una nación, por consideración unánime, esencialmente agraria como el Ecuador.

Lacera el alma la situación caótica de la Agraria

La tarea de agrónomos y veterinarios se ha vuelto peligrosa, han sido víctimas de la inseguridad por acosos de “vacunas” y secuestros, algunos no denunciados por temor a represalias, fatalmente no tienen una visible y rápida solución, indiferente de las inversiones que los empresarios agropecuarios realizan para prevenirlos. La sociedad en su conjunto está en deuda con estos “misioneros del agro”, usualmente mal remunerados, laborando en situaciones precarias, que para felicidad efímera han recibido el tributo de su colegio profesional y de una entidad precursora del aporte privado a la investigación y hacia una transformación limpia de la agricultura. (O)