En un reporte del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe acerca del desarrollo económico en la región, se destaca entre los tres casos de crecimiento alto (triplicaron su PIB per cápita) entre 1990 y 2023 a siete economías de la región, entre ellas Panamá. En la data presentada en el reporte vemos que durante el mismo periodo Ecuador incrementó su PIB per cápita por un factor de 1,5, cifra que no varía si observamos solamente el periodo posterior a la dolarización (2000 - 2023). Por lo tanto, ni podemos culpar a la dolarización de nuestro crecimiento mediocre, ni podemos decir que lo resuelve todo. Lo cierto es que la evidencia empírica demuestra que el régimen de la dolarización sí reduce considerablemente el costo del populismo.
Aquí es donde es importante establecer la comparación con una economía dolarizada como la panameña. Hay muchas diferencias, pero la más sobresaliente se encuentra en el ámbito bancario y monetario: si bien ambas economías están dolarizadas, Panamá no tiene un banco central y Ecuador sí. Panamá tiene un modelo de integración financiera, Ecuador, en cambio, uno de represión. Para ilustrarlos considere que en Panamá la liquidez es gestionada de manera descentralizada por los bancos privados, quienes pueden mover libremente sus reservas bancarias dentro y fuera de territorio nacional, existiendo allí libertad total para los movimientos de capitales. Acá tenemos, entre otras barreras, un impuesto a la salida de divisas de 5 %. En Panamá no existe ni el control de tasas de interés, ni seguro de depósitos ni prestamista de última instancia. En Ecuador, tenemos todo eso.
Resultados: las tasas de interés suelen ser más bajas en Panamá y los panameños tienen acceso a una mayor oferta de crédito en condiciones más favorables. La cartera de depósitos en Panamá equivale a 126 % del PIB y la de créditos a un 109 %, mientras que aquí llegamos apenas a 39 % y 35 %, respectivamente (cifras a diciembre de 2023).
Por otra parte, a pesar de no tener prestamista de última instancia, la apertura financiera le ha servido bien a Panamá, país que no ha sufrido de crisis bancarias sistémicas, salvo aquella relacionada con un conflicto con Estados Unidos en 1988 - 1989. Esta única crisis bancaria sistémica se resolvió poco después de la invasión de EE. UU. y el establecimiento de un nuevo gobierno.
Un estudio reciente del FMI dice que “al analizar las quiebras bancarias en las economías dolarizadas, cabe destacar que estos casos son relativamente poco frecuentes. Aunque el tamaño de la muestra es relativamente pequeño, tal vez esto refleje el hecho de que los bancos se adaptan a las limitaciones de las redes de seguridad financiera de estas economías y se comportan de manera más prudente que sus homólogos de otras economías”.
El Ecuador se gobierna de raíz
Mientras que Panamá y otras economías dolarizadas han abierto su sistema financiero al mundo, aquí lo hemos mantenido aislado e incluso le hemos encargado la gestión de la liquidez del sistema financiero a nuestra clase política, lo cual en su peor momento llegó a arriesgar la estabilidad del sistema financiero, llegando a financiar el déficit del Gobierno central con una generosidad que comprometió el dinero de otros: en su punto máximo este financiamiento llegó a constituir un 10 % del PIB. (O)