Como se ha dado una tensa tregua en Ecuador, de pocos días, empecemos por la elección en Colombia de un primer presidente de izquierda; y es que en este pueblo, en el que se han dado hechos tan violentos como la guerra de los mil días –de la que aprovechó Teodoro Roosevelt para despojarlo de Panamá y construir el canal, sin participación del dueño–, no ha elegido nunca un presidente de izquierda. La única ocasión en que pudo tenerlo, con el célebre luchador Jorge Eliécer Gaitán, este fue asesinado, dando lugar al famoso Bogotazo, una lucha callejera en la que murieron muchas personas, quizá miles. Vale recordar que cuando al presidente Ospina Pérez le aconsejaron abandonar el palacio presidencial, él se negó diciendo que “más vale un presidente muerto que uno fugitivo”.

El asesinato de Gaitán provocó una insurgencia de izquierda que provocó el que los dos principales partidos, Conservador y Liberal, celebraran un acuerdo para gobernar alternadamente a Colombia, y, también, el nacimiento de las izquierdas revolucionarias que se organizaron en guerrillas, las que tanto han agitado a nuestro vecino del norte.

Entre tantos hechos quiero recordar que en tiempos de Alfaro, el general Julio Andrade, embajador en Bogotá, celebró con Colombia un tratado por el que ambos países se comprometían a defender juntos los límites de la Gran Colombia. El Congreso ecuatoriano, de oposición, no aprobó el tratado, que tanto nos hubiera servido ante las pretensiones peruanas. Colombia tenía oculto el Protocolo Pedemonte Mosquera (1830), del que el Ecuador solo conoció años después cuando el general Mosquera, expresidente de Colombia, desterrado en Perú, se lo contara al ecuatoriano Vicente Piedrahíta. (Carlos de la Torre, en las magistrales biografías de Andrade, La espada sin mancha, y de Vicente Piedrahíta). Esto lo recuerdo para resaltar cuán importante es nuestra relación con el vecino del norte, con el que tenemos tantos problemas comunes. La victoria de Petro ocurre en medio de los triunfos de la izquierda en Sudamérica; con Colombia somos socios en el Pacto Andino, y precisamos de su apoyo para ingresar a la Alianza del Pacífico, donde tenemos un escollo en el México de López Obrador. En Sudamérica quedan en la derecha, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Brasil; este último cerca de una elección en el que el favorito es Lula.

Volvamos al Ecuador, en el que el movimiento indígena ha alterado la paz brutalmente en las provincias centrales de la Sierra, y, actualmente, concentra sus ataques contra la población de Quito. La situación se agravaría infinitamente si la Asamblea cometiera la felonía contra la capital de retirar al presidente de la República los poderes del estado de excepción; diría que quedaría tan debilitado que para fortificarse necesitaría disolver la Asamblea. No pueden coexistir dos poderes del Estado enfrentados entre sí. Está muy bien el equilibrio del poder por el poder, pero no la anulación del poder por el poder.

Afortunadamente, hay indicios de apertura al diálogo, como en la moción aprobada por la Asamblea, y en la sustitución del decreto de excepción, que impidió que la Asamblea lo revocara. (O)