La fe es un motor. Una convicción tan profunda que anula la duda y permite perseverar contra toda lógica. Esta idea no es nueva. En 1701, para defenderse del avance de pensamientos liberales contra la Iglesia, los jesuitas crearon la publicación Las memorias de Trevoux. En sus páginas, en pleno siglo XVIII, se popularizó una anécdota ejemplarizadora: Satanás, disfrazado de un profesor de la Sorbona, se acercó a un humilde carbonero y le preguntó: “¿En qué crees tú?”. La respuesta fue tan simple como inexpugnable: “En lo que cree la Iglesia”. Incómodo, y buscando una grieta, el diablo repreguntó: “¿Y en qué cree la Iglesia?”. El carbonero, sin dudar, sentenció: “Ella cree en lo que yo creo”. Moraleja: la fe incondicional, la convicción circular e inquebrantable, venció al intelecto y a la duda.
Si esta columna de opinión se cerrara allí, sería solo una nota histórica. Pero al presenciar la reciente cumbre de la industria camaronera en la AquaExpo, organizada por la Cámara Nacional de Acuacultura del Ecuador, se hace evidente que la fe del carbonero y la fe del camaronero son, espiritualmente, idénticas.
El sector camaronero ecuatoriano encarna esa obstinación. Ha superado una lista de desafíos que habría liquidado a cualquier otra industria:
- Crisis biológicas (1993-1998): el síndrome de las gaviotas, el síndrome de Taura y la mancha blanca.
- Shocks económicos (1999): la dolarización, un ajuste brutal para cualquier exportador.
- Catástrofes globales (2020): el impacto de la pandemia de COVID-19.
- Crisis recientes (2020-2024): el flagelo de la inseguridad y los graves problemas de falta de energía eléctrica. Además de terremotos, fenómenos de El Niño y a pesar de esta cadena de calamidades, y sin un apoyo estatal significativo, el sector no solo sobrevivió, sino que ha liderado su crecimiento basándose en una hoja de ruta clara: grandes y sostenidas inversiones en innovación, en tecnología y en sostenibilidad. Es la fe el pilar de su trabajo, y de su capacidad de resiliencia.
Hoy, Ecuador es el epicentro del camarón mundial y sede de su próxima AquaExpo 2026. Los datos que proyecta la industria son un testimonio de esta fe convertida en resultados tangibles: el sector camaronero es hoy el principal generador de divisas no petroleras para Ecuador, superando incluso al petróleo en valor de exportación. Se proyecta que el volumen de sus exportaciones alcance un récord de 1,5 millones de toneladas métricas para finales de 2025. Entre enero y agosto de este mismo año, las exportaciones ya sumaron $ 5.557 millones, marcando un impresionante crecimiento interanual del 18,6 %.
Las exportaciones totales para el año 2025 se estima que rondarán los $ 8.000 millones. Además, es una fuente vital que genera más de 300.000 empleos directos e indirectos en el país; con China, Estados Unidos y la Unión Europea como sus principales mercados.
En conclusión, en Ecuador, la fe que mueve la principal industria no petrolera es tan pura, circular e inexpugnable como la fe del carbonero del siglo XVIII. Es la convicción de que la perseverancia y la inversión siempre vencerán a la adversidad. (O)