Cada persona fija sus expectativas de vida. Tener un trabajo digno, cultivar hábitos saludables, contar con servicios de salud apropiados son parte del equilibrio que los individuos buscan día a día. Para algunos, contacto con la naturaleza es fuente de plenitud. Por otro lado, hay quienes trazan objetivos según convenciones sociales o por hábitos consumistas. De esta manera, diseñamos metas que revelan nuestros intereses, y no conquistarlos genera ansiedad y frustración. El bienestar anhelado es frágil y proclive a la amenaza cuando depende de lo externo.

La pandemia del COVID–19 demandó de las sociedades un cambio de mentalidad. Solo basta hacer una lista de los hábitos que hemos modificado desde que convivimos con el riesgo al contagio. Nuestros micromundos son escenarios de nuevas rutinas. Adaptamos nuestros espacios para lograr equilibrar el presente. Creo que la vida comunitaria en algunos aspectos se fortaleció, hay variedad de testimonios que comprueban la necesidad de priorizar lazos afectivos y la comunicación presencial. Las vacunas influyen en la tranquilidad de la población, pero demandan responsabilidades individuales. Y por experiencia, sabemos que no todos interponen el bien común y el cuidado hacia los demás. Solo hay que pensar en el alto índice de no vacunados y de los irrespetuosos de las medidas sanitarias para confirmar estas ideas. Pasa el tiempo y observamos las gestiones de nuestras autoridades ancladas en la misma ineficiencia. La transformación debe ser por doble vía.

¿Dónde está la prevención y un plan de contingencia a largo plazo? La precariedad del sistema de salud sigue ocupando las primeras planas de los medios de comunicación. A los cientos de denuncias por la falta de insumos en los hospitales ahora hay que agregar el alto índice de enfermos por la variante ómicron. Se esperaba el diseño de nuevas políticas sanitarias: pruebas masivas a la población, anticipación a posibles rebrotes, asistencia médica eficiente y fortalecimiento de redes hospitalarias. ¿Por qué someten a los trabajadores a largas filas para validar certificados médicos? Reconocimos a su debido tiempo el éxito en el plan de vacunación, sin embargo, urge fortalecer las instituciones de salud con decisiones facilitadoras de cuidados básicos. Cuando hay personas que a diario batallan por acceso a atención digna en los hospitales, es mediocre e inhumano mirar hacia otro lado.

Parece imposible aspirar siquiera a un relativo Estado de bienestar, cuyo concepto nos sitúa en un modelo social y económico equilibrado donde algunos países europeos representan el ideal de aspiración ciudadana. Hay una frase de uso común en redes sociales que ilustra nuestra idiosincrasia e identidades: “Imaginen vivir en Suiza y perderse de esto”, y en esa actitud cómica encubrimos la herida de ser ciudadanos de tercera categoría. Mientras tanto, seguimos cultivando el arte del sosiego en contextos inestables. (O)