Hemos comenzado el sexto mes del año. Suena fácil de leer, pero ¿estamos conscientes de que ya vamos por la mitad del año? ¿Cómo va esa lista de propósitos? ¿Estamos caminando hacia alguna meta o solo respiramos y sobrevivimos? Es momento de detenernos y plantearnos si estamos por el camino correcto.

... creo que vivimos el mejor momento para reflexionar y analizar, si estamos donde queremos...

Siempre he pensado que la vida es un camino de una sola vía y es hacia adelante. Algunas veces me ha tocado dejar personas, trabajos, amistades y amores. Es difícil aceptar que no son para nosotros, pero siempre recomiendo desearles lo mejor, sin importar las circunstancias. De esta manera se puede seguir con el corazón tranquilo. Creo firmemente que hay gente que tiene un propósito de enseñanza en nuestra vida y una vez cumplido, es necesario dejarlos partir para que podamos seguir creciendo y aprendiendo.

Por tanto, es fundamental dejar que la vida fluya y no tener apegos, abrir las manos y el corazón para poder recibir aquello que está para nosotros. Hace unos meses una amiga entrañable me dijo: “Ten paciencia, aquello que buscas también te está buscando y pronto se encontrarán”; confío en eso, además, la vida per se ya es un motivo para celebrar. Es necesario ser agradecidos con ella y fijarnos en los regalos diarios como la voz de quienes amamos, nuestra capacidad de volver a reír pese a las dificultades y los detalles que la naturaleza nos brinda como un guiño de esperanza en medio de días complejos.

También, es importante soltar la culpa, empezar a perdonar y perdonarnos. Estamos a tiempo, tenemos el resto del año para emprender y cumplir con el mejor de los propósitos: ponernos de prioridad, luego trazar una meta e ir por ella. Basta de quejarnos, preocupémonos por hacer bien nuestra parte y todo lo demás vendrá, y si no viene, se cambia el rumbo, pero es necesario seguir caminando. Recordemos que el tiempo no se detiene y debe ser muy triste terminar como Jorge Luis Borges, quien ya viejo se arrepentía por no haber sido feliz.

En esa misma línea, desechemos la necesidad de quedar bien con el resto y vivir cumpliendo con el deber ser, ¿para qué? No toman lista en las reuniones aburridas que no queremos ir, ni regalan medallas por mantener relaciones con gente que ya no amamos, pero no abandonamos, porque nos da miedo volver a empezar, o tememos del juicio social. Olvidamos que la vida es mucho más que cumplir.

Por tanto, creo que vivimos el mejor momento para reflexionar y analizar si estamos donde queremos, o si ha llegado el tiempo de cambiar el derrotero actual por uno que nos genere desafíos, nos saque de la zona de confort y nos obligue a mirar más allá de nuestros miedos. Recordemos que es fundamental elegir ser el héroe de nuestra historia y jamás, una víctima de las circunstancias. Finalmente, me quedo con las palabras de Barack Obama, quien tiene una historia humana de lucha constante y cuyo lema personal se basa en creer que se puede lograr aquello que uno realmente se propone, siempre que se incluya el esfuerzo diario, así que esta frase encierra el concepto de esta columna: “Nuestro destino no está escrito para nosotros, sino por nosotros”. Somos amos de nuestro destino. (O)