Ecuador ha venido superando controles de residuos prohibidos que pudiesen aparecer en los bienes agrícolas que exporta, consolidándose como altamente confiable para alimentar al mundo, no solo observó los mínimos permitidos de trazas de pesticidas para los distintos mercados, aun de los más exigentes, sino que mejoró sus calificaciones de calidad que imponen rigurosos consumidores, lo cual sumado a las especiales características de su pródiga naturaleza que enriquece las virtudes de la producción agroalimentaria, se refleja en crecimiento de ingresos de divisas no petroleras.

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Los importadores, a través de sus organizados gremios y conglomerados como la Unión Europea y Estados Unidos, con su férrea voluntad de garantizar la protección sanitaria y medioambiental de la población, son celosos vigilantes de las cosechas locales y de los vegetales que pasan por sus fronteras, aplicando con eficacia las “cláusulas espejo” que significan “exigir a los productos importados las mismas condiciones que rigen para las producciones propias”; para tal efecto, operan independientemente del poder político organismos encargados de vigilar el cabal cumplimiento de las estrictas normas fito y zoosanitarias. Así, anualmente la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) difunde los hallazgos en muestreos realizados en diferentes puntos de acceso de alimentos provenientes de fuera de la región que de no cumplir con los parámetros mínimos establecidos se impedirá su paso frenando nuevas remesas.

La FDA de los Estados Unidos difunde su trabajo y dispone medidas correctivas con sanciones de suspensión de acceso de artículos vetados, intensificando las alarmas frente a la presencia de metales pesados, pesticidas y colorantes no declarados en frutales y hortalizas, ocasionando desprestigio a las empresas infractoras y a los países de donde provienen las mercancías. Para los 27 miembros de la Unión Europea, el organismo de control es la Autoridad Europea de Seguridad, EFSA, que evalúa e informa el respeto a las normas, estableciendo en el 2021 (último año reportado) que de 87.863 muestras analizadas el 96,1 % estuvo por debajo del nivel máximo aceptado (LMR), en tanto que solo el 2,5 % no se ajustó a los rangos. El reciente informe sugiere que es improbable que los agroalimentos analizados en 2021 planteen problemas para la salud de los consumidores. No obstante, resalta recomendaciones para aumentar la eficacia de los sistemas de vigilancia.

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Exportadores y agricultores deben estudiar a fondo el reporte europeo, compendio de la situación fitosanitaria de los productos que llegan a los puntos de revisión, es insoslayable cumplir con los mínimos requerimientos, pero preferible tener la seguridad que no se evidencie ningún vestigio de plaguicida, en especial los que preocupan a los compradores, es una labor conjunta desde el manejo de los cultivos descartando insumos con restricciones y evitar contaminación de toda índole, conducta que debe mantenerse en ventas que se registrarán tras los acuerdos con China, ya suscrito, y el próximo con Corea del Sur, recordando deficientes controles de otrora que terminaron en pérdida de mercado. (O)