Es explicable el nerviosismo que angustia a importadores y exportadores de banano, reflejando perturbación anímica y desasosiego ilimitado a los productores, impotentes frente a los extravíos del primer magistrado estadounidense al imponer tributos, que antes no existían, a algunos bienes que no compiten con sus sembríos, hecho negativo que va a elevar los precios a los consumidores norteamericanos que reducirán o dejarán de adquirirlos, mientras los agricultores han realizado ingentes inversiones y continuarán haciéndolas, porque la actividad biológica no se detiene en las plantaciones de banano, plátano, cacao y otros cultivos denominados perennes, que requieren atención constante para subsistir.
El banano ingresaba a EE. UU. con cero aranceles, pero ahora el comprador debe sufragar el 10 % de su valor, aunque se diga que no afectaría porque es igual para todos habría desventaja porque otros países mantienen menos costo de transporte por su cercanía al mercado. Al respecto, basta remitirse a lo dicho por Tom Stenzel, director ejecutivo de la Asociación Bananera de Norteamérica, al sostener con buen criterio, que el banano no es una amenaza para ellos porque las condiciones climáticas impiden producirlo comercialmente en su territorio, expresión válida para otros productos tropicales, y agregar que cualquier alza, por mínima que sea, aumentará los precios, cuando el banano ha logrado una alta penetración en los hogares norteamericanos, razones suficientes para entender su honda preocupación. Ecuador redujo sus ventas hacia Estados Unidos, pero aun así exportó 40 millones de cajas el 2024, o sea, la fruta proveniente de 20.000 hectáreas, que tendría obstáculos de colocación en otros destinos.
La situación del cacao es similar, con diferencias dadas por la conformación de las plantas que proveen sus frutos, es un árbol que ha logrado aumentar sus rendimientos históricos con cambios varietales y tecnificación, no es tan perecedero como el banano, pero está en claro crecimiento de nuevas y precoces áreas, ubicando al Ecuador en el tercer lugar mundial luego de Costa de Marfil y Ghana, cerca de desplazar a este último de la segunda posición.
El optimismo ecuatoriano de las cosechas en las nuevas áreas se cifraba en los mercados asiáticos, complicados con aranceles altos a los semielaborados que exportan a EE. UU. de grano ecuatoriano, Indonesia pagaría el 19 %, el 2024 nos compró 66.464 t y Malasia 74.571 t, el 24 %; y así clientes europeos golpeados con parecidos aranceles indirectos; por eso, no es bueno deslumbrarse con la actual bonanza cacaotera, sin antes entender los altibajos de un errático e inseguro mercado.
La expectativa persiste, sin atisbos de información de reservados negociadores por así haberlo pactado con el paladín del “libre comercio”, que sigue inoculando su espora favorita “arancel”, peligrosa como el Fusarium raza 4, su sola mención enerva y traslada a las injusticias europeas que desangraron al país con tributos bananeros por miles de millones de dólares (ahora menos), que retribuyeron con dádivas, en tanto, continuaremos nutriéndolos con la fruta encantadora peor pagada del planeta. (O)