Todo estaba fríamente calculado, la lista de los ‘finaditos’ y de sus futuros reemplazos ya circulaba en el Palacio Legislativo; los nombres ya encabezaban la nómina de defunciones, ciegamente confiados en el ‘poder’ de los que compran conciencias a precio de gallina con peste.

A ciertos diputados no les importaba la opinión de la mayoría del pueblo cansado de tanto relajo político, oír que ‘si roban, háganlo bien, pero no se dejen ver’, o la venta de cargos públicos en trueque con ‘favores’ y un sinnúmero de trapacerías indignas del cargo que ostentaban. Resultado: fuera corrupción, acompañada de una alegría inmensa del pueblo que vive el día a día con el sudor de su frente. Los que se fueron ya habían afirmado en tono amenazante que el presidente del país “se va, porque se va”. Un sectario desafió que calentarían la calle si el presidente no era destituido. Otro punto fue la CPCCS, ¡en qué manos cayó! La verdad es que algunas instituciones del Estado están en dichas manos. Pero el gozo del pueblo hubiera sido de campeonato si la famosa Constitución hecha por unos trasnochados españoles hubiera hecho factible la muerte cruzada también para el poder Judicial y el CPCCS, ahí sí habría que designar ya no el día del bizcocho o del seco de borrego, sino el día del combo salvador. La alegría de unos es tristeza en otros, vi por los medios los semblantes de algunos defenestrados, uno se quejaba casi entre pucheros que el sueldo que percibía ($ 3.300) no le alcanzaba sino para una semana; pero ¿cuánta gente trabajadora gana ese dinero semanalmente?, muchos ciudadanos sobreviven con $ 5 o $ 10 al día. Ya comenzó a parlotear el refugiado de la buhardilla, ha prometido a estos tristes exdiputados que va a ordenar que los reelijan. Qué cabeza, irse contra la alegría de un pueblo que festejó la expulsión de mercaderes del templo de la patria; sería una traición a los sentimientos de un pueblo sano que quiere trabajo, salir adelante. (O)

José González Williams, médico pediatra, Guayaquil