Ya nada causa asombro en este país. Me refiero a la Asamblea Nacional que cumplió en estos días su primer año de funciones y tan solo aprobó en este tiempo 14 leyes. Esto equivale a una ley por mes, o a un total de 9 asambleístas para crear una ley, percibiendo remuneraciones por un aproximado de $7′800.000 anuales sin contar sueldos de asesores y otros. ¡Qué pocos productivos!

Sus razones tendrán. Pero lo que sí es cierto, es que no trabajan ni legislan para el bienestar social, sino para sus intereses personales y de partidos que por lo general terminan en desacuerdos. Una presidencia del Poder Legislativo que se debe dedicar al diálogo no solo con ciertos legisladores, representa a los 137 miembros y su función, entre otras, es moderarlos; pero a lo que se dedican es a fiscalizarse entre ellos, juicios políticos, discusiones incoherentes y, por último, crean una comisión multipartidista ad hoc para destituir del cargo por incumplimiento de funciones a la presidenta de la Asamblea. Ante tanto desdén de parte de los legisladores que nos ‘representan’ y al incumplimiento para legislar, como ciudadanos de bien no nos queda otra que hacer una reflexión, debemos ser parte de la solución; nosotros los elegimos cada cuatro años, y es ahí el momento en que nos equivocamos eligiéndolos erróneamente. (O)

Jacinto Yamil Reto Magallanes, ingeniero comercial, Guayaquil