La Casa de la Cultura Ecuatoriana fue ideada por un gran hombre, con la finalidad de fomentar la cultura entre los ecuatorianos. Sus instalaciones son para albergar eventos culturales, actividades del progreso intelectual, de manifestaciones del arte con altura y respeto.

En el aciago paro nacional de octubre de 2019, directivos de ese entonces permitieron que se alojen en sus instalaciones personas que se comportaron como vándalos, delincuentes, verdaderos bárbaros; se permitió la vejación del personal policial, algo opuesto a la función de la institución; la convirtieron en guarida.

Actualmente, en el nuevo paro nacional iniciado en junio de 2022, la fuerza pública ‘para evitar’ que los manifestantes (que antes, entre clamores de ser pacíficos, cometieron el peor ataque cultural a Quito haciendo prevalecer el vandalismo y la barbarie) se ha instalado en la Casa de la Cultura; la está usando como ‘sede’ del grupo que defiende el ‘comportamiento civilizado’. Ante esto, ciertas voces en contra aducen que la Casa de la Cultura no es un cuartel. Estoy de acuerdo. Una institución de esta categoría no puede ser considerada un cuartel. Sin embargo, estas mismas voces, en octubre de 2019 se callaron cuando se la utilizó como una guarida para los que protagonizaron ese paro. ¿Se puede entender que a cuenta de la afinidad ideológica se privilegió albergar en la Casa de la Cultura en ese entonces a quienes practicaban barbarie, en lugar de a los policías? Francamente, frente a las experiencias ya vividas como ciudadano quiteño, ante los hechos, preferiría que se instale en la Casa de la Cultura una entidad que guarda el orden público, antes que vándalos. Pero la cultura no puede ni debe estar al servicio de corrientes ideológicas ni de afinidades de ningún tipo. Defiendo a Quito, ¡la Casa de la Cultura Ecuatoriana no puede ser ni cuartel ni guarida! (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito